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Soltar globos al cielo daña a la naturaleza y mucho
El soltar globos, hecho tan «bonito» para algunos, es despreciado por otros.
En este caso los defensores del medioambiente alertaban que la suelta de globos en marchas reivindicativas como las vividas este pasado fin de semana en varias ciudades españolas contra el cáncer de mama dañan bastante la fauna y la flora.
En relación a este tema os dejamos un artículo publicado por Inés Gallastegui al respecto de este tema en el ideal.es, donde deja claro todos los daños que podemos ocasionar a la naturaleza con estas acciones.
Autora: INÉS GALLASTEGUI
Son los invitados que nunca pueden faltar en una fiesta. Los niños los adoran. Ligeros, coloridos, alegres y con una irresistible atracción por la libertad. Cuando uno ve un montón de globos elevarse hacia el cielo, no puede evitar una mirada soñadora. ¿A dónde irán? Es bonito imaginar que siguen subiendo hasta llegar a las estrellas, que se convierten en testigos de lo humano en los confines del universo. Bonito, puede, pero más falso que un billete del Monopoly. La realidad es mucho más cruda: una vez que explotan o se desinflan -y siempre lo hacen-, caen al mar o a la tierra, donde quizá acaben asfixiando a una tortuga marina, enredando las alas de un ave o bloqueando el sistema digestivo de un rumiante. Es una condena a muerte; a menudo, una agónica muerte por inanición. Si ningún pobre animal tiene la mala suerte de cruzarse en su camino, simplemente se convertirán en restos de goma de colores chillones que afearán las playas o el campo. Y para colmo, representan un desperdicio de un gas precioso y escaso, el helio, con innumerables aplicaciones médicas y científicas. «Los globos no son biodegradables. Sirven para un instante, pero la contaminación dura años», afirma la ONG Balloons Blow, con sede en Florida. «A diario hacemos cosas que contaminan mucho más», replica el empresario del sector Sergio Barroso, propietario de Giramón y de www.tiendadeglobos.com, en Barcelona.
Las hermanas Danielle y Chelsea llevaban toda su vida limpiando junto a sus padres playas de Florida los fines de semana cuando advirtieron que el plástico en general y los globos en particular estaban cada vez más presentes entre los desperdicios. Eran playas paradisiacas y poco frecuentadas, así que toda la basura la traía el mar. «Nos metimos en internet y vimos que la única información disponible era la propaganda de la industria del sector», lamentan. En 2011 crearon BalloonsBlow.org. En su web recopilan información científica y fotografías sobre el impacto de los globos en animales marinos, terrestres y aéreos de distintos lugares del mundo que les envían sus seguidores.
Ceremonias sin globos
En Estados Unidos y Australia la lista de estados y ciudades que prohíben o limitan las sueltas de globos no para de aumentar. La última, Atlantic City, tramita una norma que prevé multas de 500 dólares para los infractores. En Europa crece la conciencia. El Ayuntamiento de Ámsterdam escuchó a los grupos ecologistas cuando, en abril de 2013, suspendió la liberación de 150.000 globos naranjas en honor del nuevo rey, Guillermo Alejandro. La Marine Conservation Society, tras descubrir que su presencia se había triplicado en las playas británicas en la última década, puso en marcha su campaña ‘Don’t Let Go!’. Varios condados y el Gobierno de Gales ya se han sumado a la iniciativa. Y el año pasado, por primera vez en un cuarto de siglo, Gibraltar celebró su día nacional sin la tradicional ‘nube’ rojiblanca en el cielo.
En España esta preocupación parece un eco lejano. «Es un tema superimportante, pero en protección animal hay tantos frentes que no tenemos tiempo para hacer una campaña específica», admite Giovanna Constantini, portavoz de la Fundación para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales (FAADA). Lo mismo ocurre con Greenpeace y WWF: concienciar sobre botellas y bolsas de plástico es prioritario porque son más numerosas y persistentes en el paisaje.
Lo cierto es que los globos son tendencia. Lo confirma Sergio Barroso: en los últimos años han florecido empresas que ofrecen estos espectáculos aéreos para rematar bodas, bautizos, comuniones, cumpleaños, eventos corporativos, inauguraciones, lanzamiento de productos, pruebas deportivas, celebración de días internacionales o fiestas patronales. En América se estilan mucho también en honras fúnebres y memoriales.
«A veces somos nosotros los que le aconsejamos al cliente que, si puede, tire 100 en vez de 200», explica el representante de Giramón, que se confiesa socio de Greenpeace y asegura que la suelta de globos no representa más de un 10% de su facturación; el resto lo ingresan por venta de globos y helio, organización y decoración de eventos.
También recuerda que en Estados Unidos, donde esta práctica tiene muchos años, los científicos minimizan los daños medioambientales del látex biodegradable. Las investigaciones dan una de cal y otra de arena: en 2012 el profesor Stephan Irwin, de la Universidad de Clemson (Carolina del Sur), dio de comer trocitos de este material a un grupo de codornices japonesas, galápagos de Florida y peces gato durante cuatro semanas. Aunque las tortugas tendían a acumular la goma en el organismo, ninguno de ellos sufrió daños significativos. Pero el mismo investigador reconoce que el 80% de los globos no revientan, sino que se desinflan y caen casi íntegros.