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Llega el horario de invierno: quizá por última vez
La cita ha llegado. Como cada año, el último fin de semana de octubre las agujas del reloj se atrasan una hora para dar paso al horario de invierno: la madrugada del domingo a las 3.00 volverán a ser las 2.00. En España y en toda Europa, tal y como establece de manera obligatoria una directiva comunitaria. Pero esta vez podría ser la última: a finales de agosto, la Comisión Europea propuso poner un punto y aparte a esta práctica. Después exhortó de manera oficial a sus socios a elegir en qué horario quieren quedarse. En España, un comité de 13 expertos ya lleva un mes constituido para tomar la decisión, que tendrá que comunicar a Bruselas en abril de 2019.
La UE propuso eliminar el cambio de hora tras conocer los resultados de una encuesta, en la que el 84% de los ciudadanos que votaron se decantó por un horario fijo. Pero el debate venía de lejos: la principal razón por la que se adoptó esta práctica era el ahorro energético, dado que podía brindar una hora más de luz natural durante los meses estivales. Hoy en día, distintos estudios apuntan a que este ahorro es marginal. El ingeniero industrial Jorge Morales explica que su impacto es tan pequeño que no es suficiente para justificar un desplazamiento de las agujas del reloj. “Sí hay ahorro, pero se restringe a la iluminación interior de edificios, sobre todo domestica, un porcentaje pequeño sobre el consumo total que se ha reducido con la introducción de tecnologías más eficientes”.
Tampoco desde un punto de vista biológico tiene sentido cambiar la hora. La Sociedad Española del Sueño es tajante en esto: “Hay que evitar este cambio de hora brusco que tiene impacto en el bienestar”. Con estas palabras, el médico y vicepresidente de la asociación, Francisco Javier Puertas, recuerda que el cambio de hora es como “un pequeño jet lag” que produce molestias, en particular en niños y ancianos. “No estamos evolutivamente desarrollados para ello”, concluye.
María de los Ángeles Rol, profesora de Fisiología de la Universidad de Murcia, matiza que el movimiento de agujas de este fin de semana es menos violento que el de marzo porque da una hora más de sueño. “Nuestro reloj biológico tiende a atrasarse: si nos metieran en un búnker viviríamos días de 24,2 horas”, aclara. “Pero los cambios de hora siempre varían el patrón del sueño y sería mejor no tenerlos”.
Una cuestión de meridianos
Tanto Puertas como Rol opinan que habría que adoptar el horario de invierno durante todo el año. “Es el que mejor se adapta a los meridianos en los que cae España”, dice Puertas: “Pero no solo hay que elegir un horario adaptado lo más posible al ciclo solar, en nuestro caso el invierno: tiene que ir acompañado por horarios más razonables de trabajo, televisión… sabemos que la falta de sueño puede aumentar el gasto o disminuir la productividad en un 1% o 2% del PIB”.
José Luis Casero, presidente de Arhoe (Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles), concuerda en esto y recuerda que el país tiene un huso horario que no le corresponde. “Si no cambiáramos la hora este domingo y nos quedáramos con el horario de verano, amanecería más tarde a medida que los días avancen”. Esto permitiría tener una hora más de luz por la tarde, pero a la vez atrasaría el amanecer, que en Galicia sería a las 10 de la mañana. “La productividad y el rendimiento escolar están muy vinculados a la luz. ¿Nos lo podemos permitir?”, se pregunta. En su opinión, habría que empezar por adoptar el horario de invierno y, más adelante, pensar en volver al huso de Greenwich, que España abandonó en 1940 para alinearse con Berlín.
Solo el 0,19% de los españoles votó en la encuesta de la UE sobre la abolición del cambio de hora, pero más del 90% pidió eliminarlo. Un reciente sondeo de Ipsos confirma este resultado y refleja que el 72% de la población está en contra de esta práctica. “Todos los países tienen las mismas horas oscuridad y luz, pero distribuidas de maneras diferentes”, recuerda Casero, quien forma parte del comité asesor del Gobierno. Considera que más adelante también habrá que atacar el problema del huso horario para que sea más fácil cambiar unos hábitos desfasados en comparación con el resto de Europa. “Pero antes es necesario ubicarnos en el GMT+1 y adoptar medidas de fondo”.
El reloj europeo todavía es una gran incógnita
Ya han empezado los debates para decidir qué horario elegir. El consejo asesor para la reforma horaria de Cataluña, que trabaja en la racionalización de los horarios, se ha decantado por el de invierno. “Es lo mejor para seguir con nuestro ritmo circadiano y no tener un jet lag constante”, mantiene Nuria Chinchilla, profesora en el IESE y miembro de este comité. Canarias, por su parte, creará un grupo de trabajo que estudie qué hacer, aunque tiene claro que siempre tendrá una hora menos con respecto a la península. “Nos corresponde por nuestra posición en el mapa”, dice Gonzalo Piernavieja, viceconsejero de Industria de Canarias.
La incógnita también sobrevuela por la UE. “Los Estados todavía no han anunciado oficialmente sus preferencias”, asegura un portavoz de la Comisión Europea. La semana que viene lo hablarán en el encuentro informal de los ministros de Transporte y Medioambiente en Graz. La comisaria de transporte, Violeta Bulc, adelantó en septiembre que Chipre y Polonia se decantarían, en principio, por el horario de verano, y Finlandia, Dinamarca y Holanda por el de invierno, según recoge Politico. Mientras, Lisboa ya ha trasladado a Bruselas que quiere seguir moviendo las agujas del reloj dos veces al año. Algo que el Ejecutivo comunitario no contempla: si se elimina el cambio horario tendrá que ser para todos, sin excepción.