Lorca
¿Por qué hay 35 contenedores soterrados sin funcionar en Lorca?
David Romera denuncia la mala planificación en la distribución y puesta en funcionamiento de los contenedores soterrados en Lorca, dado que de las 54 isletas instaladas en la ciudad, diez con más de 35 contenedores no funcionan, ya sea porque su mal emplazamiento impide a los camiones recogedores acceder hasta ellos o porque no cuentan con suministro eléctrico. Por otro lado, resaltan la falta de soluciones a los contenedores situados en el Casco Histórico.
Lorca, 2 de diciembre de 2018
El concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Lorca, David Romera, ha denunciado la «política errática» que viene practicando desde hace años el equipo de Gobierno del PP en materia de planificación, distribución y utilización de los contenedores soterrados en Lorca, cuando se trata de un servicio caro tanto en su instalación como mantenimiento.
Ha informado que actualmente en el municipio existen 54 isletas, todas ellas concentradas en la ciudad y una en el núcleo de La Paca, de las que diez no funcionan, las cuales suponen más de 35 contenedores sin servicio, ya sean para el depósito de basura orgánica o para la recogida selectiva de residuos.
Ello obedece, según Romera, «a la política errática del PP en la planificación, distribución y utilización de los contenedores soterrados, pues existen más de 35 contenedores que no funcionan, bien porque se han mal colocado en calles estrechas por las que no cogen y no pueden maniobrar los camiones de recogida de residuos, bien porque existen cableados que atraviesan las calles que impiden el manejo de las grúas de estos camiones, o bien porque no cuentan con suministro eléctrico». Según apuntan, cada isleta de estas características rondaría un coste de entre 15.000 y 20.000 euros su instalación, y ente 69.000 y 70.000 euros de suministro.
El edil socialista puso como ejemplo más significativo las dos isletas de contenedores soterrados instaladas en la barriada de San Juan (calles Corta y San Jorge), provistas de tres contenedores de basura orgánica y otros tres de recogida selectiva, «los cuales se encuentran sellados porque son inservibles al no poder ser evacuados los residuos». Estos contenedores tuvieron que ser inutilizados por la mala planificación que se realizó al instalarlos en una zona de calles estrechas donde los camiones de recogida de residuos no pueden acceder ni maniobrar por falta de espacio, del mismo modo que no fueron reclamados por los vecinos, considerando esta operación como «un gasto caro e inútil teniendo en cuenta el elevado coste que supone la adquisición, instalación y mantenimiento de estos contenedores». Mientras esto ocurre, «existen muchos contenedores sin soterrar en otros lugares emblemáticos de Lorca como los ubicados en la Glorieta de San Vicente, encerrados en una jaula que genera gran impacto visual y se ha convertido en un espacio sucio.
Pero los de San Juan no son los únicos contenedores soterrados que no funcionan. También existen contenedores inutilizados (sellados o cerrados con candados) en la calle Juan de Toledo, en pleno Casco Histórico de la ciudad; en San Lázaro, en Los Albaricos; y en el Calvario, en la calle Segunda Caída. Otro caso «especialmente problemático» por la concentración de contenedores es el de la calle Voluntarios en el Barrio de San Diego, donde existen dos isletas con seis unidades soterradas que no funcionan, estando sustituidos por otros contenedores en superficie que generan molestias a los vecinos como malos olores o insalubridad a pesar de llevar inaugurados casi tres años junto a las obras de regeneración urbana llevadas a cabo en San Diego.
Además de un mal emplazamiento, el principal problema que tienen estos contenedores es la falta de suministro eléctrico, por lo que deberían haberse instalado contenedores con un sistema hidráulico de funcionamiento que les da más autonomía como los instalados recientemente en la Avenida Juan Carlos I, que funcionan desde el primer día con total normalidad.
Esta situación contrasta con las peticiones realizadas por colectivos de vecinos como los de la Ramblilla de Tejares que pidieron el soterramiento de los contenedores, perfectamente viable por razones de espacio o más contenedores soterrados en San Diego, y fueron rechazadas. Es decir, «en lugares donde es imposible recoger los residuos se colocan estos contenedores, y en otros perfectamente viables a petición de los vecinos, son rechazados», lo que constituye un sinsentido.