España
Ejecutivo y PSOE apuestan por generales el 28 de abril
Fuente: Juanma Romero – El Confidencial
El Gobierno de Pedro Sánchez ya ha pasado pantalla. Rápidamente. Ya no piensa en unos Presupuestos que, salvo sorpresa de ultimísima hora, no va a salvar, sino en la convocatoria de elecciones generales de manera inminente. El Ejecutivo y el PSOE se van acoplando al modo campaña y apuntan a una fecha para la celebración de los comicios: el domingo 28 de abril de 2019. Es el día que se convirtió en un clamor interno este martes. El que el presidente podría anunciar en las próximas horas o días, aunque todas las fuentes consultadas insisten en que suya es la decisión y suya la potestad de fijar las legislativas, y por tanto podría optar por otra alternativa —bien el 14 de abril o bien el 26 de mayo, el superdomingo, que también se ha barajado—, pero al menos de momento todos los movimientos empujan hacia el 28-A. Y las piezas, los distintos pareceres que se escuchaban en las últimas horas del núcleo duro de Sánchez, van encajando. En caso de que prospere este camino, el líder socialista debería disolver las Cámaras el próximo 5 de marzo, con 54 días de antelación.
Los tiempos se aceleran desde la ruptura con los independentistas el pasado viernes, cuando el Gobierno se planta al comprobar que no se apean de su exigencia de que la mesa de partidos acordada para hablar del futuro de Cataluña debatiera sobre el referéndum de autodeterminación. Sánchez no puede traspasar esa frontera. Menos aún cuando tiene el partido en llamas por haber cedido una pieza simbólica al soberanismo: la aceptación de un relator para esa mesa de diálogo. Una vez formalizado el divorcio, las negociaciones se cortan de golpe y el Ejecutivo empieza a dar por perdidos los Presupuestos Generales del Estado de 2019. De inmediato, comienza a poner tierra de por medio con ERC y PDeCAT, armando su argumentario: las cuentas públicas, las «más sociales» en años, «buenas» para Cataluña y para el conjunto del país, serán tumbadas por las derechas y los soberanistas. La política, dice Sánchez desde el fin de semana, «hace extraños compañeros de cama«.
El domingo, multitudinaria manifestación de las derechas en la plaza Colón de Madrid, aunque menos de lo previsto. Gobierno y PSOE hablan de «pinchazo» y recibían al tiempo el «regalo» de la foto de los líderes de PP, Ciudadanos y Vox juntos. Una estampa impagable para los socialistas, analizan, de cara a la movilización de sus propios votantes.
El lunes 11 por la mañana, reunión de ‘maitines’. Núcleo duro del Gobierno —Pedro Sánchez, su vicepresidenta, Carmen Calvo, y el ministro de Fomento y secretario de Organización, José Luis Ábalos, más el jefe de Gabinete del presidente, Iván Redondo— y del PSOE —Adriana Lastra, la vicesecretaria general, y Santos Cerdán, responsable de Coordinación Territorial—. Ahí ya se empieza a hablar de adelanto de las generales, y se analizan pros y contras de cada fecha. Las opciones sobre la mesa son 14 y 28 de abril y 26 de mayo, haciendo coincidir las legislativas con las municipales, autonómicas y europeas. La conclusión es que quizá convenga ir cuanto antes a las urnas, para aprovechar lo que interpretan como patinazo de Albert Rivera, el divorcio con los independentistas, la división de la derecha y las buenas perspectivas electorales del PSOE, que lleva encadenando meses como primero en las encuestas, si bien su fuerza iría menguando. Llevar los comicios a abril sería visto como un golpe de efecto y permitiría a barones y alcaldes socialistas, que clamaban contra el superdomingo, respirar aliviados.
Pros y contras
La agencia EFE es el primer medio que adelanta la fecha del 14 de abril. Pronto, pesos pesados del Ejecutivo y del Gobierno subrayan que ese no será el día, que no puede ser, que es inviable, que está «descartado», que no tiene sentido organizar unos comicios para el Domingo de Ramos, cuando muchos ciudadanos arrancan sus vacaciones de Semana Santa y se corre el riesgo, por tanto, de una mayor abstención, justo lo que no necesita el partido, ya que la derecha sí que está más movilizada, como se comprobó en las autonómicas andaluzas del 2 de diciembre.
No obstante, en la Moncloa sí había quien veía más ventajas al 14-A: una fecha inminente, golpe de efecto claro, dejar resuelto todo antes de las fiestas, emplear todo el empuje de las manifestaciones del 8 de marzo por el Día de la Mujer (una suerte de réplica a la concentración de Colón) y aprovechamiento máximo de «la foto de la vergüenza» —la de Albert Rivera con Pablo Casado y Santiago Abascal—, considerada como un tiro en el pie del líder naranja. Distintas fuentes apuntan que el propio Iván Redondo, un dirigente de la máxima confianza de Sánchez y muy influyente en él, es uno de los principales defensores de esa fecha. Aunque no el único. En la dirección federal hay también miembros relevantes que insisten en que esa es la mejor opción. En una reunión posterior en la Moncloa, se siguen analizando ventajas y desventajas del 14 y 28 de abril y del 26 de mayo.
Martes 12. Arrancan el juicio del ‘procés’ y el debate de totalidad de los Presupuestos del Estado. No ha habido nuevas negociaciones con los soberanistas porque insisten en que se hable y se negocie el referéndum de autodeterminación y tanto la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, como la portavoz socialista, Adriana Lastra, dan por hecho que las cuentas se perderán. La opción del 14 de abril va perdiendo fuerza, al menos a ojos de los dirigentes y miembros del Ejecutivo más próximos a Sánchez. La alternativa que se juzga más viable es la del 28-A. Por la tarde, mientras continúa el debate en el pleno y ERC y PDeCAT confirman sus enmiendas de totalidad, ese camino va ganando peso. Siempre a expensas, claro, de la decisión última del presidente.
Consenso interno
El proceso de decantación fue haciéndose bastante patente a lo largo del día. Conforme avanzaban las horas, fuentes socialistas de primer nivel, de Ferraz y del Ejecutivo, insistían en que podría haber «consenso» entre todos los miembros del núcleo duro de Sánchez, en el Gobierno y en el PSOE, acerca de la oportunidad del 28 de abril como fecha para las generales. A medio camino entre los que postulaban el 14-A y los que preferían ir al superdomingo.
El 28-A tiene, no obstante, una pega importante. La campaña empezaría el 12 de abril, Viernes de Dolores, lo que quiere decir que la primera semana de mítines se desplegaría en toda la Semana Santa. Sin embargo, fuentes de peso en el Gobierno minimizaban con rotundidad el problema. A fin de cuentas, razonaban, la campaña ya casi es permanente y, en el momento en que caigan los Presupuestos, la carrera hacia las urnas comenzaría de inmediato. Añadían que el único festivo nacional es el Viernes Santo. Así, Sánchez podría repetir que no hay pacto con los independentistas como lo probaría la devolución de los PGE y esgrimir que se ha aplicado a sí mismo la receta que extendió a Mariano Rajoy (le pidió urnas si no sacaba sus cuentas de 2018) y podría aprovechar un momento de máxima movilización del partido, preparado para la contienda municipal. Barones y regidores tendrían que plegar velas y ayudar a su jefe en generales para garantizarse un buen resultado que luego les ayude a ellos un mes más tarde.
Las figuras relevantes del Ejecutivo y del PSOE primaban la posibilidad de una mayor participación el 28-A antes que el «dislate» de ir a un 14 de abril al que no veían grandes ventajas: el Domingo de Ramos, indicaban en Ferraz, podría elevar la abstención en una comunidad tan clave como Andalucía, tradicional feudo socialista, y no se podía repetir el error de las autonómicas. Otra razón para desechar el día 14 es que la cúpula quiere huir de la conmemoración del 88 aniversario de la proclamación de la II República, ya que el PSOE ambiciona ocupar la centralidad del tablero, posicionarse como la formación de la «moderación» y el «sentido común», como tantas veces reivindica Sánchez. La dirección no quiere que se relacione la fecha de las urnas con ningún deseo de apertura del debate sobre la monarquía, institución que el PSOE no cuestiona en absoluto.
¿Y por qué no mejor ir directamente al superdomingo? En Ferraz se argumenta que desdoblando ambas convocatorias, se puede conseguir el ‘efecto contagio’. «Sumas y arrastras», como lo resumen en el cuartel general. Los socialistas esperan quedar primeros en las generales, y a bastantes puntos de diferencia de una derecha dividida. Sánchez podría presentarse a las municipales, autonómicas y europeas del 26-M como el líder de un partido que ganó la primera ronda, con la legitimidad que le darían las urnas, justo la que PP y Cs le han intentado quitar en estos ocho meses de mandato por haber accedido al poder mediante una moción de censura. Si el PSOE quedara primera fuerza el 28-A, ese empuje podría trasladarse al 26-M, a la segunda vuelta electoral. También en sentido contrario: si hay un fiasco, los malos datos podrían repercutir en barones y alcaldes de su partido. Ese es el riesgo evidente.
Además, Sánchez, como explican en Ferraz, llegaría al 26 mayo, pase lo que pase, como presidente del Gobierno en funciones, puesto que se da por descontado que en ese mes que mediaría entre las dos convocatorias sería imposible trenzar acuerdos de investidura, ya que ningún partido querría retratarse de cara a las municipales, autonómicas y europeas. Antes del 26-M, no obstante, sí tendrían que celebrarse las sesiones constitutivas de Congreso y Senado de la XIII Legislatura, en las que se elegirían las mesas de cada Cámara, puesto que la Carta Magna impone que han de tener lugar en los 25 días siguientes a los comicios. Dicho de otro modo, los gobiernos de ayuntamientos, comunidades y del país se decidirían después del 26 de mayo. Y probablemente los pactos no serán fáciles. Hasta que no prospere una investidura en el Congreso, Sánchez continuaría en funciones y si a los dos meses del primer intento no hay nuevo Ejecutivo central, las Cortes se disolverían automáticamente y habría nuevas generales. Repetición electoral que ya ocurrió en junio de 2016.
«No queremos saber nada de ellos»
El presidente podría anunciar la convocatoria de elecciones en las próximas horas o días, o bien esperar hasta la fecha límite en caso de apostar por el 28-A, el 5 de marzo. El Gobierno cuidaba este martes celosamente la estrategia y no avanzaba siquiera si habrá comparecencia del mandatario socialista una vez que los Presupuestos caigan.
Porque, para empezar, se ha de confirmar que las cuentas públicas de 2019 naufragan. En el núcleo duro del Ejecutivo y del PSOE, y también en el entorno de la ministra Montero, se insistía en que no había nada que hacer, y que desde luego no había ninguna negociación en marcha con ERC y PDeCAT. Lastra, de forma muy elocuente, en el receso del debate, señaló que los PGE son el «proyecto político» de los socialistas para España, y si no salen, seguirán formando parte de su «compromiso de futuro«. O sea, que se convertirán en el programa electoral. Las formaciones soberanistas no retiraron sus enmiendas, aunque podrían hacerlo este miércoles, en la última jornada de debate, en el último minuto. Pero de hacerlo, contrariarían al propio Gobierno. «No queremos saber ya nada de los independentistas«, decía gráficamente un destacado ministro en los pasillos de la Cámara Baja. El PSOE quiere entrar en campaña y machacar con su argumentación de que al final han convergido las derechas con los separatistas, y que Sánchez no ha cedido nada.
Montero ejerció de escudera del presidente y fue preparando el terreno. Cargó contra la «ensoñación» del secesionismo de que el Gobierno «iba a aceptar lo inaceptable a cambio de su apoyo». No sería así. «Este Gobierno no va a ceder a ningún chantaje por parte de nadie —aseguró—. Si la tramitación de los Presupuestos depende del derecho de autodeterminación de Cataluña, les adelanto que no habrá Presupuestos». La ministra fue elogiada y aplaudida por los suyos —especialmente por su careo con Pablo Casado—, y felicitada por el propio presidente, que durante todo el día esquivó a los medios pero que ya de noche solo abandonó su silencio para lanzar un «fantástica» como cumplido y muestra de aprecio hacia ella.
Si los independentistas retirasen sus enmiendas de devolución, Sánchez tendría oxígeno para continuar al frente del Ejecutivo, incluso hasta 2020 en caso de que las cuentas salieran aprobadas en dos meses —este miércoles, solo se vota el iniciar la tramitación, el primer paso—. Pero ese escenario ya es altamente improbable, por no decir imposible, con el juicio del ‘procés’ en marcha y con la exigencia de la autodeterminación aún sobre la mesa. Si los PGE fracasan, con mucha seguridad el presidente podría activar el botón de elecciones. Optar por el 14-A (cotiza muy a la baja ya en las apuestas internas), el 28 de abril (que sí goza de consenso interno) o el superdomingo del 26-M (opción menos factible, al menos hasta ayer). También podría continuar hasta el otoño con los Presupuestos prorrogados del PP. Pero ese desde luego no es el ambiente que se respira ni en la Moncloa ni en Ferraz. Huele claramente a anticipo de las generales. A unas urnas inminentes. Claro que, como todos dicen: solo Sánchez tiene el poder, solo él sabe la respuesta.