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Comisaría: ansias por derribar

Lorca

Comisaría: ansias por derribar

                                                                                 Asociación «Lorca por su Patrimonio Cultural»

A no ser que un giro inesperado de los acontecimientos cambie lo previsto, la piqueta volverá a arremeter contra un trozo de nuestro Patrimonio Cultural. El edificio de la antigua Comisaría en la esquina de San Vicente con Lope Gisbert desaparecerá del paisaje de Lorca convertida en escombros y luego en solar, de los que tantos hay en nuestro Casco Histórico, uniéndose al largo catálogo de inmuebles sacrificados en aras de un progreso, nuevamente, mal entendido. Parece ser que han aparecido las prisas habituales de estas fechas y el viejo edificio estorba, siendo ya de propiedad municipal. No deja de ser paradógico que el inmueble, levantado en los años 50, vaya a desaparecer precisamente cuando es propiedad de la administración municipal, que debería tener una sensibilidad especial respecto al cuidado y mantenimiento del rico patrimonio arquitectónico de la ciudad.

Hay prisa por derribar, ansia derribar la vieja Comisaría. ¿Acaso hay motivo para ello? Se está decidido en acometer el derribo y ya han comenzando los trabajos para el retirado del cableado y las planchas de fibrocemento.



¿Merece la pena conservar el edificio de la antigua Comisaría? Indudablemente sí. En su momento constituyó un pequeño hito en la arquitectura de la Lorca de la segunda mitad de los años 50, quizá eclipsado por la construcción en aquellos mismos años por la Escuela de Maestría Industrial, proyectada por el prestigioso Miguel Fisac e inaugurada en 1956. En abril de 1957 se pone en funcionamiento el edificio ahora en peligro de desaparición. Con la Escuela de Maestría Industrial (antiguo IES Ramón Arcas Meca) no hubo piedad y en 2013 pasó a la historia sin que la administración municipal pestañeara. Con la desaparición de la Escuela de Maestría, Lorca perdió un monumento de la primera arquitectura racionalista de la ciudad y la Región de Murcia uno de los pocos edificios que poseía la firma de Fisac. Incluso el relieve central alusivo a los oficios se salvó gracias al empeño de los padres y profesores del centro, siendo relegado a un plano marginal, al esquinazo del nuevo edificio. Después vino la desaparición de la antigua Fábrica de la Luz en la alameda de Menchirón, ejemplo de arquitectura industrial de finales del XIX y la desaparición del edificio de mando de la Subestación Eléctrica de La Viña, introducción de la arquitectura norteamericana de los años 60 en Lorca, que bien pudo ser reutilizado como centro cívico para aquel distrito. Antes pasó lo mismo con el Cristal Cinema, la estación de San Diego… Ignorancia supina a una parte, la del siglo XX, de la historia del urbanismo y la arquitectura de nuestra ciudad. La Lorca heredada del siglo XX, como la del XIX, aun cercanas en el tiempo, son las que más han sufrido la depredación de nuestro Patrimonio. Pero también falta una concienciación social profunda. ¿Cómo se pudieron permitir estas tropelías? ¿Hubo contestación social? ¿Acaso protección municipal? El alma de la ciudad reside en su historia, en sus edificios singulares, en su espacio urbano. La periferia urbana, siempre inacabada, es igual en todas las ciudades; el centro neurálgico, es diferente y único en cada una de ellas.

La antigua Comisaría, como la Escuela de Maestría, también fue un hito en la introducción de la arquitectura moderna, el llamado Estilo Internacional, en Lorca. Fue, junto a aquélla, el primer inmueble proyectado con fachadas de ladrillo visto, resultando novedoso y rupturista en su concepción, pero bien introducido, proporcionado e integrado en el paisaje de Lorca, resolviendo la esquina principal en un chaflán. El edificio fue proyectado hacia 1949-50 y en 1955 aparece una Orden ministerial anunciando el concurso para su construcción, quedando inaugurada el 1 de abril de 1957 tras realizarse una inversión superior a 1,5 millones de pesetas de entonces.

Es inevitable el lenguaje oficialista y depurado que trasmite al exterior el viejo edificio, con la rígida disposición de huecos, retranqueo de la última planta, redescubrimiento de las formas sencillas y funcionales, sin apenas ornamentación excepto el cuidado detalle de la ménsula superior (brindis quizá a la Lorca histórica) y puerta en la fachada principal, y los óculos del hall en las laterales. Incluso mantiene intactas ventanas y persianas de madera, no habiendo otras en Lorca de aquella época.

Pero hay algo más. No se trata sólo de conservar una parte de nuestra arquitectura (en este caso del siglo XX, un siglo que, por su proximidad en el tiempo, no valoramos) sino que esta zona es de alto valor arqueológico. Recordemos que ya se encontraron restos de distintas épocas durante la construcción del aparcamiento de San Vicente (y que fueron destruidos). Aunque el edificio tuviera sótano, es de esperar que aparezcan más restos, restos que serán nuevamente destruidos, como ocurrió hace un par de años en la Plaza del Ibreño y en el sótano de uno de los edificios de la misma.

No se trata de poner palos al progreso ni a lo que vaya previsto situar allí. Se trata de mantener lo que tiene valor por mostrar una página del libro de la historia del urbanismo y la arquitectura de Lorca, como en su tiempo lo fue la Escuela de Maestría Industrial, e integrarlo en el nuevo edificio salvando las fachadas. Nada más. Lo fácil es derribar. Lo difícil es recuperar una huella urbana que vamos perdiendo y que pronto será irrecuperable. Y éste se puede convertir en unos días en un capítulo más. No seamos ignorantes ni oportunistas y mantengamos el legado de Lorca para generaciones futuras. Lo contrario es ir contra un Patrimonio Cultural que no es exclusivo de nadie y que es algo de todos. Recapaciten por favor.



Redacción de Periódico EL LORQUINO Noticias.

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