El disco de los Beatles que nunca existió

Fernando Cabrera. 01/03/2016 EL LORQUINO. 

Que los Beatles son una parte esencial de la historia de la música está más que claro. Se supone que ya está todo dicho sobre ellos, que no nos pueden sorprender con nada nuevo.

Si hasta se decía que Paul McCartney había muerto en 1966 y desde entonces nos la habían metido doblada con un doble (valga la redundancia). Pero un día yo sí me vi sorprendido.

De una página a otra de Internet, escuchando y buscando cosas triviales, comencé a escuchar una canción que jamás había oído: Talking to myself. El sonido era un tanto psicodélico, con algo familiar que me sonaba a la música de los de Liverpool, pero al escuchar las voces que cantaban y coreaban… ¡Eran ellos! ¿Cómo era posible? Esa canción no pertenecía a lo que conocíamos de ellos y, sin embargo, no cabía duda.

Con cierta facilidad llegué a una página llamada www.thebeatlesneverbrokeup.com (Los Beatles nunca se separaron), donde no solamente había una canción, sino un disco entero (o mejor dicho, cinta) con el nombre de Everyday Chemistry y cuyos autores no eran otros que los Beatles. La página, que sigue existiendo y que cualquiera puede comprobar, pertenece a un tal James Richards y en ella nos cuenta la rocambolesca historia que hay tras esta misteriosa cinta de cassette. James es de Livermore (California) y había ido a Turlock (en el mismo Estado) para visitar a un amigo junto con su perra.

El 9 de septiembre de 2009, cuando volvía hacia su pueblo, en mitad del camino tuvo que parar para que el animal hiciera sus necesidades, pero éste salió corriendo tras un conejo. James corrió tras ella con la mala suerte de que metió el pie en una madriguera, cayó y se golpeó la cabeza, quedando inconsciente. Y ahora viene lo bueno, pues James despertó con la herida vendada en una extraña habitación en la que había algunas máquinas que nunca había visto. Teniendo en cuenta que su caída había tenido lugar en un paraje desolado y solitario, le llamó la atención que fuera de la habitación, por la ventana, le llegaba el sonido de un intenso tráfico.

Iba a comprobarlo cuando la puerta de la habitación se abrió y apareció un extraño sujeto demasiado alto para ser normal y que respondía al nombre de Jonás. Jonás le explicó que se encontraba en otra dimensión y que él le había recogido, cuando había viajado a la nuestra, al verle herido. Cuenta James Richards que el tal Jonás le explicó que en su dimensión la Agencia Espacial decidió invertir más esfuerzos en los viajes interdimensionales que espaciales y que era relativamente fácil poder hacerse con un teletransportador (aunque eran caros).

Charlaron de cosas más triviales, viendo que había muchas similitudes entre ambas dimensiones, y pronto llegaron a la música. Resulta que en esa otra dimensión existen los mismos grupos y artistas que en la nuestra, incluidos los Beatles, pero lo que sorprendió a James es que en aquella dimensión, los Beatles nunca se separaron, y no sólo eso, sino que también seguían vivos John Lennon y George Harrison. Le enseñó algunas cintas de cassette (pueden viajar por las dimensiones, pero usan cintas) que parecían grabadas, y alguien había escrito el nombre del álbum y las canciones que lo componían. Muchos de ellos son de sobra conocidos (el único que era un disco original era el Sgt Peppers), pero había algunas cintas con nombres que no conocía, pero que pertenecían al cuarteto de Liverpool. Escuchó algunas de aquellas canciones inexistentes y para hablar claro, dijo que se quedó flipando.

Pidió a Jonás que le grabara aquellas cintas, pero el otro le miró con gravedad y le dijo que era imposible, que no podía llevarse nada a su dimensión. De pronto, sonó el timbre de la puerta y el viajero interdimensional fue a abrir, momento que Richards aprovechó para robar uno de los cassettes y echárselo al bolsillo. Cuando volvió Jonás le dijo que iban a comer algo y que después volvería a nuestra dimensión. Así lo hicieron y cuando James entró en la máquina que lo traería de vuelta, el otro no se dio cuenta de lo que llevaba encima. El protagonista regresó al lugar donde estaba su coche, junto a la carretera en aquel paraje perdido, llamado Del Puerto Canyon. Lo primero que hizo cuando llegó a su casa fue comprar un reproductor de cassette para poner la cinta birlada. Cinta que muy amablemente y sin ningún ánimo de lucro (¿verdad que sí? Teniendo en cuenta que eso sería una joya de valor incalculable) este hombre comparte con el resto del mundo.

Pues en la página antes citada, no solamente se cuenta esta historia, sino que también podemos escuchar y descargar todas las canciones de este misterioso álbum de los Beatles que realmente nunca existió: Everyday Chemistry. ¿Qué misterio se esconde tras ésta cinta? Cinta que existe realmente. Pues misterio más bien poco, o al menos eso dicen los más expertos. No cabe duda de que las voces son de Paul, John, George y Ringo, incluso la música, aunque un tanto extraña y enrevesada instrumentalmente, nos recuerda a ellos; pero tiene fácil explicación. Todo este extraño conjunto de canciones nuevas de los Beatles no es otra cosa que una mezcla de distintas canciones de ellos, e incluso de su época por separado, que con cierta maestría consiguen formar canciones completamente nuevas.

A pesar de que el truco fue pillado, todos los beatlemaniacos más acérrimos confesaban que las mezclas eran buenísimas y que ciertamente tenían una calidad excelente. Descubierta la trampa (aunque James Richards no lo confesará nunca), es de admirar tanto la calidad técnica como la imaginación que ha tenido para dar propaganda a aquellas mezclas; todo con un ambiente muy retro, como aquellas películas de ciencia ficción de los años sesenta.

Una bonita historia, muy curiosa, que otorga un poco de magia a los sobreexplotados Beatles, haciendo que por un momento nos dejemos embaucar por su historia y nos la creamos para poder viajar a aquella dimensión en la que los cuatro siguen juntos y componiendo. Realmente merece la pena entrar en la página para escucharlas.

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