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Trilogía del dólar (3ª parte) El bueno, el feo y el malo

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Trilogía del dólar (3ª parte) El bueno, el feo y el malo

Un 15 de diciembre de 1966 se estrenaba una de esas obras inmortales que quedan patentes en la historia del cine, sobre todo en lo que refiere a la conexión con nuestra tierra, El bueno, el feo y el malo.

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Un 16 de diciembre de 1989 moría el malo por excelencia del western, Lee Van Cleef. Así que todo este recorrido por el Salvaje Oeste almeriense tenía su por qué. Como dije, es todo un homenaje a esta maravillosa trilogía que llegaba a la máxima expresión de la perfección en esta última parte; más larga, más ambiciosa y con tres protagonistas que se convirtieron en un trío clásico y lleno de carisma.

Como podrían haber dicho cualquiera de esos personajes del oeste, Sergio Leone, Clint Eastwood y Lee Van Cleef volvían a verse las caras un año más tarde; pero esta vez se las veían con alguien más, y ese alguien era el actor Eli Wallach, que haría, sin lugar a dudas, el papel de su vida. Tuco Benedicto Pacífico Juan María Ramírez, Tuco para los “amigos”, se convertiría en uno de los personajes más recordados de todo el cine. El argumento es mucho más original que el de los dos anteriores y encaja perfectamente a los tres protagonistas, que pese al título, podríamos decir que ninguno de ellos es precisamente bueno, en una tierra hostil y dura como ellos.

Clint Eastwood vuelve a interpretar al hombre sin nombre, conocido en este film con el nombre de Rubio, Lee Van Cleef se convertía en Sentencia, el malo (el más malo de los tres, vamos) de la película, y Eli Wallach era Tuco, el alma mater de la película, dándole el toque de humor y siendo el personaje más carismático de los tres. Esta tercera parte fue rodada de nuevo en Tabernas, Los Albaricoques (Nijar) y, también, en la localidad de Contreras (Burgos), donde se construyó el impresionante cementerio de la escena final.

Nos encontramos en plena Guerra de Secesión Americana; Rubio y Tuco están asociados para realizar estafas. La cabeza del segundo tiene una recompensa que el Rubio cobra y después se encarga de librarlo de la horca en el último segundo, así la recompensa va subiendo más y más. A pesar de ello, los dos liantes no se llevan muy bien que digamos, y esperan cualquier descuido para hacer la faena al otro. Pero todo va a peor cuando son conocedores, por casualidad, de la existencia de un tesoro enterrado en un cementerio.

Tuco sabe el nombre del cementerio y Rubio el de la tumba, y ninguno de los dos va a decir al otro su parte, así que ambos se embarcan en un accidentado viaje en busca del dinero, pero no sabían que el impredecible Sentencia, un asesino a sueldo que en ese instante es un sargento norteño, también conoce la existencia de tal tesoro. El duelo final, en el centro del cementerio, es el más apasionante que se haya visto nunca en una película de vaqueros. Un duelo a muerte entre tres, increíblemente tenso y bien ambientado.

Algo tan bien hecho que no se ha superado todavía 50 años después. Y una muestra de lo bien realizada que está esta película, es sin duda el hecho de que con unos diálogos muy escasos (de hecho, cuando comienza, no sale ni una palabra hasta pasados casi diez minutos), Leone es capaz de atraparnos durante las casi tres horas que dura, porque a cada momento ocurre algo sorprendente y algo que nos mantiene pegados a la pantalla. La sequedad de los personajes compagina a la perfección con la sequedad propia de las tierras almerienses. Todo aderezado nuevamente por el maestro Ennio Morricone que con su música le pone el broche de oro a una película perfecta, destacando el tema principal de inicio, del mismo nombre que la película, y el tema L’estasi dell’oro, que suena cuando Tuco busca desesperado la tumba con el oro.

Pero toda la banda sonora es una delicia de principio a fin (como cualquiera de Morricone), y nos traslada de nuevo al oeste, esta vez en plena guerra. Sergio Leone bordó de tal manera esta película que nunca se haría un western tan bueno como éste. Sólo se le acerca Hasta que llegó su hora (1968), del mismo Leone, con unos impresionantes Henry Fonda y Charles Bronson en los papeles principales; pero el recuerdo de El bueno, el feo y el malo siempre tendrá su sitio entre las obras maestras del cine, culminando una trilogía (sin argumento en común) que debería ser recordada por su calidad, por haber sido rodada tan cerca de nuestra tierra y por haber contado con una consolidada actriz lorquina (Margarita Lozano) en el primer film (Por un puñado de dólares).

Creo que no hace falta decir que para mí, personalmente, están son tres películas esenciales y de mis favoritas, y que si no las habéis visto, lo mejor es darles una oportunidad, dejar a un lado la aversión que suele provocar a algunas personas las películas antiguas y sentarse a disfrutar del cine bien hecho.


Redacción: Fernando Cabrera. Periódico EL LORQUINO. 


 

 

Redacción de Periódico EL LORQUINO Noticias.

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