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Ojos que no ven, toro que no siente

Opinión

Ojos que no ven, toro que no siente

Fernando Cabrera. Periódico EL LORQUINO. 21/05/2016 

CABRERA

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En los últimos días ha saltado de nuevo la polémica en el mundo de la defensa de los animales con la firma de un decreto-ley en el que se prohíbe la muerte del tristemente famoso Toro de la Vega de Tordesillas.

Las asociaciones de defensa de los animales y los simpatizantes de éstas, han saltado de alegría ante la noticia, mientras que los defensores de la aberración y la barbarie ya han puesto el grito en el cielo, las amenazas en las redes sociales y una irrisoria advertencia de que podrían declarar personas Non Gratas a los firmantes de tal decreto. Pero si analizamos la realidad y dicho decreto un poco más despacio, nos daremos cuenta de que la alegría por tal abolición no es tal. En primer lugar, se prohíbe matar al toro EN PÚBLICO.

Lo cual no quiere decir que el toro no vaya a ser sacrificado de forma sanguinaria y cruel como se ha venido haciendo en los últimos 500 años. En segundo lugar, no sé si alguien se ha dado cuenta de que este pequeño decreto-ley surge un mes antes de las siguientes elecciones, y aparece de una forma un poco por sorpresa. Es una ley un poco volátil y pillada por los dedos, porque no prohíbe ni condena el maltrato animal, sólo lo esconde para que los que reniegan de la brutalidad de un pueblo, se vayan quedando calladitos y no molesten más. ¿Entonces podemos estar felices? Yo, por lo menos, no. No hasta que ese decreto-ley sea a nivel nacional y prohíba cualquier festejo en el que se promulgue con el maltrato animal de esa forma tan cruel y ruin.

Y claro, luego hay gente a favor de la tauromaquia que esgrimirá sus típicos argumentos para rebatir las protestas de los animalistas. Algunos de los más comunes son estos:

– Es una tradición centenaria medieval. De acuerdo, puede que lo sea, pero en ese caso, podemos también pedir que vuelva el derecho de Pernada, para que el señorito de las tierras se cepille a nuestra esposa en la noche de bodas; eso era muy medieval. O volver a instalar el cadalso o… ¡No! Mejor, mejor. Instauremos de nuevo la Santa Inquisición, eso también era una tradición muy medieval.

Y una vez puesta la Inquisición, aquel que cometa el mínimo pecado, la mínima blasfemia, se masturbe, tenga un o una amante, que sea quemado en la hoguera. Bonita tradición era aquella. La ética del pueblo va cambiando con el paso del tiempo y sólo las mentes retrógradas se quedan estancadas en los valores de hace cientos de años. Una tradición sangrienta pudo ser bien vista hace cientos de años, pero hoy en día se supone que hemos evolucionado y no cabe en cabeza alguna que ese tipo de crueldad se pueda defender. Lo de la tradición medieval no nos sirve.

– El que no le guste que no lo mire. Lo de ojos que no ven, corazón que no siente, no nos sirve cuando el animal va a sufrir igual. El que yo no vea el lanceo del toro o que un tipo vestido de payaso le clave una espada, no va a hacer que el toro no sufra. Esto tampoco nos serviría.

– Para el toro es un honor morir. Esto es tan absurdo que ni siquiera voy a intentar amenizarlo. El hecho de que alguien piense que un animal tiene la capacidad de discernir el honor, me parece simplemente ridícula. Ese toro, tanto el de Tordesillas como el de cualquier evento taurino, ni sabe por qué está ahí, ni quiere estar ahí. Él quiere pacer tranquilo y vivir su vida sin que vengan los salvajes a castigarle por el pecado de haber nacido toro y vivir en un país que todavía no ha evolucionado lo suficiente. Eso del honor, no es que no nos sirva, simplemente es una gilipollez que le he escuchado a varios toreros y defensores de la tauromaquia.

– Los toros son arte y cultura. Es maravillosamente bello ver a un animal de 500 kilos desangrándose, echando la vida por la boca mientras un payaso le hace burlas para enfurecerle más, mientras, por la espalda, un cobarde le clava unas banderillas y sale huyendo. La arena se tiñe del rojo de la vida, escurriéndose por las patas de un ser vivo que no conoce el porqué de su desdicha, hasta que cuando ya no puede más, se rinde ante la crueldad y recibe la estocada del fin. Es precioso, y luego, los padres que llevan a sus hijos a ver este espectáculo, se quejaran de que en la televisión se ha visto una teta o se ha insinuado un acto sexual. Que cruel es la vida a veces, que reparte el sentido común de una forma tan dispar. Así que los toros no son ni arte, ni belleza, ni cultura. Son violencia, maltrato y basura.

– A Hemingway le gustaban los toros. Me hace mucha gracia este argumento en particular. Lo he oído muchas veces. A Hemingway, Picasso, García Lorca… Sí, a gente que vivió hace cien años y cuya aceptación de la violencia era bien distinta a la de hoy en día. Además, seguro que más de la mitad de los que dicen esto, ni saben quién es Hemingway o han leído alguna de sus obras. Hemingway, a parte de un grandísimo escritor (eso no se lo puede quitar nadie), era un borracho y un machista de primera orden; no hay más que leer sus obras. Hace cien años no se pensaba igual que ahora.

La creación de un decreto-ley que prohíba la muerte EN PÚBLICO del toro, me entristece. Porque no es que no lo vayan a lancear y matar, sino que no lo harán donde los puedan ver los curiosos. Eso es una especie de estrategia política pre-elecciones para ganar adeptos y que no se molesten mucho los de dicho pueblo. Aunque sí que les ha molestado. Sólo puedo decir una cosa, nunca descansaremos tranquilos ni estaremos en paz con la Madre Naturaleza hasta que dejemos de maltratar por completo a cualquier tipo de animal.

Una cosa es valerse de los animales para nuestra supervivencia (lo que es lógico, pues ellos harían igual) y otra muy distinta es disfrutar con su sufrimiento y con la visión de la muerte por capricho y lo queramos disfrazar de cultura y belleza.

Redacción de Periódico EL LORQUINO Noticias.

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