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El Coso de Sutullena: 125 años llenos de historia en Lorca

Cultura

El Coso de Sutullena: 125 años llenos de historia en Lorca

Nihil obstat

Es de sobra conocido que la expresión latina precedente se ha usado y aún hoy día se usa en el ámbito eclesiástico para indicar que nada se opone a la impresión y posterior publicación de una obra porque su contenido no contradice los principios doctrinales y morales establecidos por la Iglesia a lo largo de la Historia.

Permítame el esforzado lector que comience este anecdotario que hoy se estrena en El Lorquino con un canto a la libertad y a la democracia, a la libertad de los taurinos para asistir a un espectáculo cultural calificado en su día por Ortega como el más democrático, o por García Lorca como “la fiesta más culta que existe”. No en vano, puede decirse que los españoles aprendimos a ejercer la  democracia en una plaza de toros, y que el público que asiste a un festejo en una plaza de toros es a su vez una clara radiografía social del momento. También quiero pensar hoy, cuando se cumplen seis años desde que unos instantes arrebataron a Lorca el ágora de su pasado taurino, el coso de Sutullena, lo que comenzó siendo la utopía de dos jóvenes deseosos de hacer algo por su ciudad está más cerca de convertirse en realidad, pues además de los argumentos terrenales, como las cada vez más voluntaristas declaraciones de políticos como el concejal de Cultura, Agustín Llamas, o la próxima toma de posesión de un alcalde abiertamente aficionado que además ha venido ejerciendo la Presidencia de los festejos taurinos de la localidad desde 2007, Fulgencio Gil, parece que desde el cielo el Resucitado y la Virgen de las Huertas han elegido entre sus discípulos a los miembros del Club Taurino de Lorca, erigidos en verdaderos apóstoles de la defensa de la tauromaquia.

Imagen antigua de la Plaza de Toros de Lorca. Créditos: Archivo Municipal de Lorca.

Por todo ello, y por mi propia condición de lorquino, no podía empezar este anecdotario de otra manera que con Sutullena, para la primera fase de cuya rehabilitación el Ayuntamiento de Lorca anunció el pasado 9 de enero la concesión de la licencia de obras, según el proyecto presentado por la propiedad con un presupuesto por valor de 540.560 €, de los que parte serán financiados por el Plan Director de Recuperación del Patrimonio Histórico de Lorca, al tratarse de un edificio catalogado con un Grado 2 de protección por su importancia patrimonial. Permítame el lector la quizá licenciosa licencia de la duda abierta con el camino que se abrió tras lo que parecía la dicha de la concesión de la dichosa licencia, pero me reservo la opinión y prefiero recordar cómo comenzó a escribirse la historia de tan histórico lugar.

Un 18 de enero de hace 125 años, la Sociedad Constructora y Propietaria de la Plaza de Toros, representada por José Abela y de la que formaban parte, entre otros, algunas personalidades de la sociedad local como Ramón Campos y probablemente el banquero Raimundo Ruano, quien venía persiguiendo el proyecto desde 1882, solicitaba a la corporación municipal, presidida por aquel entonces por D. Francisco de Paula Pelegrín Rodríguez, licencia para construir la citada plaza en “un trozo de tierra de su propiedad situado en la Diputación de Sutullena” con arreglo a los planos presentados de una obra que se ponía bajo la dirección del arquitecto provincial, el hellinero Justo Millán Espinosa, quien a la sazón había dirigido las obras de la Condomina, inaugurada cinco años antes. A tenor de las noticias de la prensa, la ilusión en la ciudad era desbordante por un proyecto que se antojaba muy beneficioso para el tejido económico y social de la misma, y ya el acto de colocación de la primera piedra e inicio de las obras, previsto para el día 20, fue un día de regocijo y satisfacción para la ciudad por ver iniciarse “la obra desde hace tantos años ansiada con ansias vehementísimas, la obra por la que suspiraban los hijos de este pueblo”, según rezaba la prensa del momento. Se consideraba entonces una “obra utilísima y conveniente en alto grado […], no solo […] para los intereses materiales de este vecindario, sino también para los intereses artísticos, pues con ella será mayor el número de forasteros que acudan a presenciar nuestras, no tan famosas como magníficas procesiones de Semana Santa”.

Siempre la Semana Santa, centro neurálgico de la fiesta en esta ciudad, juzgándose por la prensa como imprescindibles las relaciones entre los empresarios de la plaza y los pasos Azul y Blanco. No en vano, las dos bandas de dichas cofradías animaban el cotarro por las calles de la ciudad desde primera hora de la mañana, así como en el espacio elegido para levantar el coliseo, que se había venido llenando de carruajes. A las tres en punto de la tarde llegó el pleno municipal presidido por el alcalde don Francisco de Paula Pelegrín y José Abela le ofreció, tras unas palabras contestadas con majeza por el primer edil, una piqueta de plata para dar los primeros golpes como acto simbólico del inicio de las obras.

Tras ello, la banda del Paso Blanco interpretó los acordes de la Marcha Real, tan lorquina ella desde el siglo siguiente, y la empresa ofreció a la concurrencia lo que la prensa calificaba como un lunch. Tanto era el interés en la ciudad por el avance de las obras que, pese a que llegó a haber una huelga de los trabajadores en febrero por impagos, se proporcionó todo lo necesario para que las obras estuviesen finalizadas en el sorprendente plazo de seis meses, con el resultado de un recinto que por entonces contaba con cerca de 16.000 espectadores y gran armazón de madera en doble graderío.

Graderio de la Plaza de Toros de Lorca en una antigua fotografía del Archivo Municipal de Lorca.

Los fastos de la inauguración, prevista en un principio para Pascua de Resurrección para hacerla coincidir con Semana Santa con el fin de atraer público aprovechando la apertura de la línea férrea, y coincidiendo también con la reinauguración del Teatro Guerra tras su reforma, tuvieron que esperar hasta el verano, concretamente para el 29 de junio, día de San Pedro. La ciudad se volcó con el acontecimiento y la jornada estuvo llena de celebraciones, acudiendo gente de todas partes gracias a la reciente inauguración el mismo año de la conexión por ferrocarril de los ramales de Alcantarilla-Lorca y de Lorca-Baza-Granada a través de un puente de hierro sobre el Guadalentín y de la cercanía de la Estación de Sutullena, inaugurada tres años antes.

Para la efeméride se eligieron seis nobles toros del duque de Veragua, ganadería de primera línea en la época, en un cartel compuesto por Rafael Molina “Lagartijo” y el sevillano de ascendencia lorquina Antonio Reverte, condición por la que el califa cordobés le cedió la lidia del primer toro de la nueva plaza, llena para la ocasión en una tarde de sofocante calor sólo mitigada por la arboleda de las alamedas. El despeje de plaza lo realizó don Andrés Carvajal, que se desplazó desde Mazarrón con su yegua Sultana, muy admirada, y los toreros, sobre todo Reverte, fueron agasajados con regalos diversos por los prohombres y las mujeres bien situadas de la sociedad local, como el banquero don Raimundo Ruano, que llegaría a participar en propiedad y gestión de la plaza. Al día siguiente, con el cartel de casi completo, el propio Lagartijo y Rafael Guerra “Guerrita” lidiarían toros de Miura, cuatro nobles y dos “de mala sangre, de los miuras traidores”, según los cronistas de la prensa. Las dos corridas inaugurales, para las que se había arrendado el coso al Ayuntamiento, fueron presididas por el alcalde Pelegrín, y tres meses después, el 21 de septiembre, se inauguraba en la calle Corredera la sede de lo que se puede considerar el antecedente del Club Taurino de la ciudad: el Círculo Taurino.

La inauguración del coso de Sutullena, como puede intuirse, se enmarcó en el contexto de un florecimiento socioeconómico y cultural de la ciudad y de su embellecimiento, materializado en edificios y construcciones varias, como el Teatro Guerra (1861), el Puente Viejo sobre el Guadalentín (1875), el Casino Artístico-Literario (1886), la Estación de Sutullena (1889), el Puente de Hierro (1891-92), la plaza de San Vicente, la reforma del palacio de los Condes de San Julián (1880), el palacete del Huerto Ruano (1890) y otras casonas de la ciudad, etc. Una auténtica transformación en toda regla de la Lorca del momento por la que los mandatos del alcalde Pelegrín pasarían con buen recuerdo a la memoria colectiva. Una “nueva Lorca”, surgida cual Ave Fénix de las cenizas de una crisis económica y política que alcanzó a más de la mitad de la centuria.

125 años después de aquellos acontecimientos y cuando han pasado seis de los terremotos del 11 de mayo de 2011 y casi cinco de la riada de San Wenceslao del siguiente año, una “nueva Lorca” vuelve a erigirse sobre las cenizas de la anterior, altiva, aguerrida, luchadora y galante, como el carácter de sus gentes. Toda vez que las prioridades tras las catástrofes se han solucionado o se hallan en vías de solución y asistimos a la recuperación de parte del patrimonio y a la renovación de las infraestructuras dañadas, no se comprendería que se desaprovechase la oportunidad de perder un espacio para Lorca por la mezquindad de una propiedad a la que su abolengo y señorío no se lo perdonarían o por la inopia, miopía o falta de voluntad de un poder político al que sus representados tampoco se lo perdonarían. En el artículo original señalaba que dos Franciscos pasarían también a la Historia. Uno de ellos ya no forma parte de la vida política de la ciudad. Pero si recuperamos para la ciudad ese espacio, no sólo para toros, sino como espacio cultural y social de la ciudad que siempre ha sido, renovado y adaptado a las exigencias del siglo XXI, no cabrá duda de que habrá sido también como fruto de su legado, y enlazará su nombre con el de aquel Francisco de Paula que acudió y presidió los fastos inaugurales. Nihil obstat.

 

A la memoria de los fallecidos en los terremotos del 11-05-2011 y a sus familias

 

Diego Antonio Reinaldos Miñarro para Periódico El Lorquino (11-05-2017).

Publicado originalmente con modificaciones en Diario Digital Taurino El Muletazo (@elmuletazo) el 09-02-2017

(https://elmuletazo.com/2017/02/09/muletazos-con-historia-nihil-obstat/).

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Visitas por el aniversario de la Plaza de Toros que el Club Taurino de Lorca organizó el pasado año de 2016.

Redacción de Periódico EL LORQUINO Noticias.

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