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“Manos arriba: esto es un atraco”. Crónica del tercer festejo de la Feria Taurina de Murcia

Murcia

“Manos arriba: esto es un atraco”. Crónica del tercer festejo de la Feria Taurina de Murcia

Infumable corrida de Las Ramblas, decepcionante actitud de la Presidencia, público bullanguero y no exigente, toreros desanimados y La Condomina al nivel de una portátil de talanqueras y de pueblo.

16/09/2015. EL LORQUINO. Diego Antonio Reinaldos Miñarro

 En muchas ocasiones se cumple el dicho taurino tantas veces repetido de “corrida de expectación, corrida de decepción”. Y eso es lo que acabó sucediendo a la postre con la segunda corrida de toros de la Feria Taurina de Murcia, un infumable encierro de Las Ramblas de impecable presencia a excepción del anovillado primero pero podrido por dentro y que, de no ser maquillado por los recursos de un veterano como Ponce, un público alegre y festivo tras la merienda y una presidencia dadivosa, falta de criterio y al servicio de la empresa, podría haber acabado en altercado público.

El festejo, tradicional corrida del día de la Romería, concitó el interés de unos dos tercios del aforo de La Condomina, especialmente significativo en los tendidos de Sol, que tras el abaratamiento de las entradas presentaban un aspecto más poblado que en años anteriores. Aun así, los padres tenían que pagar por la entrada de los niños 20 €, similar a las de adultos, fuera cual fuera su edad. Fomentando la afición, sin duda. Dirá la empresa que no va la gente y echará balones fuera. No pretendemos que el empresario pierda dinero, que a veces tendrá que perderlo si quiere que La Condomina resucite, sino que atraiga al público más joven sin menoscabar los bolsillos de los padres y de los nuevos aficionados (entradas a 10 € o gratis incluso por debajo de 10 años a niños acompañados no hubiera estado nada mal, aunque las clases de las escuelas taurinas sean gratuitas). Porque nadie negará que con la que está cayendo unos padres con un hijo pueden permitirse el lujo de gastarse 60 € en una tarde para ver un espectáculo sin las garantías necesarias de que vaya a salir bien. Únanle a ello la merienda, bebida o almohadillas y transporte, en su caso. Pese a todo, fue reconfortante ver muchas caras de niños sonrientes en los aledaños de la plaza, así como de féminas atraídas por las bondades en materia de prensa rosa y de revistas de la terna actuante. El aficionado sigue ausente, y cada año el empresario se pregunta las razones de tal ausencia sin hacer autocrítica y sin que una prensa disciplente y bien alimentada sea capaz de hacer frente al monopolio. Aun así, parece estar dando con algunas de las muchas teclas que hay que tocar en un contexto actual tan cambiante en el que hay que hacer frente a la crisis económica, social y de valores. De esta forma, el abaratamiento de las entradas, la tan demandada mejora en la presencia del ganado (hechuras, trapío, cornamenta, cuajo…), una política de marketing y publicidad adaptada al siglo XXI, una mejora de la educación taurina con revistas especializadas, etc., parecen estar dando sus frutos, si bien queda mucho por hacer, sobre todo en lo referente a la organización de la feria en cuanto a fechas, volviendo quizá a las tradicionales, la presencia de toreros murcianos como Rafaelillo o con méritos para estar en ella o a la Presidencia y al nivel de la plaza.

Y es que La Condomina, una de las plazas monumentales de España, con una capacidad tal que permite entradas más baratas para concitar una mayor asistencia de público, tampoco fue nunca una plaza especialmente exigente, pero tuvo mucho más nivel del de una plaza de pueblo para ser merecedora realmente de la categoría de segunda. Y había quedado reservada para aquellos aficionados al postureo, a la crónica social, al saludo forzado y seleccionado en función del origen o la posición social, de cara ancha, merienda larga y billete grande, capaces de pagar más de diez mil de las antiguas pesetas por una cómoda butaca en los tendidos de Sombra o Sol y Sombra, o bien por uno de los confortables e inaccesibles palcos VIP que la empresa puso a su disposición en el graderío de sombra, con merienda a través de catering y crónica social incluida. Todo papel couché. Unos aficionados al postureo cuyo entendimiento en materia taurina no va mucho más allá de saber o preguntar quién se anuncia en los carteles (en caso de tratarse de figuras de renombre o de toreros habituales de la prensa del corazón, que no así de jóvenes promesas, toreros murcianos o ganaderías inhabituales por la zona). A su vez, los tendidos de Sol, sin butaca y sometidos al bochorno estival murciano y a unos precios inadmisibles, fueron despoblándose del público, tan necesitado para la Fiesta, que acudía desde diversos puntos de la Región: el contraste, gente noble y de campo, curtida en los soles y rigores estivales o los fríos invernales, en la sequedad de las tierras yermas o al frescor de las aguas salidas de los tablachos, gentes de corazón noble y apasionado y cabeza fría, aficionados a la Fiesta, entendidos o simplemente gente con ganas de divertirse y de pasar una tarde agradable en compañía de amigos, departiendo sobre los pormenores de la corrida, olvidando por un rato las arduas labores cotidianas y compartiendo los manjares que custodiaban en sus neveras en forma de embutidos, jamones, panes o empanadas caseras, regado todo con los buenos caldos de la zona o con la fresca cerveza Estrella Levante. Pero esa gente se fue encontrando con que, año tras año, el toro era más chico, el indulto más fácil y menos merecido, la exigencia menor, el precio de la entrada igual o mayor que el de las de Sombra o Sol y Sombra en términos comparativos, y la disposición de los diestros, por decirlo de alguna manera, diferente. Y dejaron de acudir a la plaza. Desde entonces los pueblos de la Región, como Calasparra, Lorca, Abarán, Cehegín o Blanca –en cuyas ferias, todo hay que decirlo, el nivel de exigencia parecía mayor al de La Condomina–; o lugares como Albacete –de toro grande, toreros dispuestos y billete chico–, Alicante o Almería –de público y toro bonancibles hasta hace poco, pero hoy también desvirtuadas, al calor del Mediterráneo y de billete no tan grande–; Granada –de vuelta al circuito de las grandes, amante de la magia, los silencios, los aplausos o las broncas de tronío a la luz de los rayos del sol que se ocultan tras la Alhambra–; o incluso zonas más alejadas y los toros que veían a través del Plus (pues los privaron de verlos por la pública las autoridades y los propios toreros, que no querían vender su imagen por menos de la de un futbolista…), se convirtieron en el sustituto de una Murcia tan venida a menos que no parecía ni la sombra de lo que fue.

¡Pobre Condomina, con lo guapa que es, lo que fuiste, y dónde te ves! Si lo tuyo era un amor cortés, hoy prostituida y sin magia te ves, llena de anuncios, coches y miel; vacíos tus palcos del público fiel. ¡Esto parece el mundo al revés!

Reconozco que ayer acudí a La Condomina tras cuatro años de ausencia, con la esperanza de que algo hubiese cambiado. Por lo pronto, la entrada me sorprendió, pues dos tercios en un día de la Romería es poca gente, si bien superaba a la de otros años y la cantidad de niños era mayor y la de gente en los tendidos de Sol. Datos positivos por tanto. En contraste, la impuntualidad, síntoma de falta de seriedad. Por la razón que fuere, injustificada, el festejo comenzó con diez minutos de retraso sobre la hora prevista, las 18:30. El mismo movimiento en el amplio callejón, en el que algún día pasará una desgracia, Dios no lo quiera, y donde menos los profesionales estaba todo el mundo. Bochorno, algo habitual. Trenzado el paseíllo, un detalle para el recuerdo: Manzanares llevó a su hijo de la mano durante el mismo, al igual que hiciera el llorado y recordado maestro en las vueltas al ruedo, y que hizo a muchos rememorar viejas glorias de Dols Abellán en La Condomina; para pasar el chaval a contemplar la actuación de su padre desde un burladero de tendido, acompañado de sus tíos. Bonito y curioso detalle. Homenaje posterior a Ponce del Club Taurino decano de España por su XXV Aniversario de alternativa: sonora ovación de un público que idolatra al valenciano y que agradeció asimismo el detalle de entregarle al diestro una imagen de La Fuensanta, de la Morenica, para que lo proteja. Y se puede decir que lo ayudó.

A la salida del primero he de confesar de nuevo que no me las prometía muy felices, pues lo salido por chiqueros era un toro con apariencia de novillo y escasa cornamenta, débil de remos y escasamente picado al que Ponce realizó una labor de enfermero, usando la ambulancia o casi la UVI móvil, adornándose con gusto pero sin rematar por abajo y sin emoción por la falta de fortaleza del astado. Tras estocada y petición minoritaria, se abrió la tómbola y se le concedió una oreja de risa, recibiendo curiosamente palmas el descastado toro de Las Ramblas en el arrastre.

El segundo, castaño, impresionó de salida por su bonita cara y su preciosa estampa, de buena presencia para La Condomina. Sin embargo, pronto se vio que era solo fachada, pues el astado, Triguero de nombre, parecía descoordinado o reparado de la vista en el capote de Manzanares y no paró de claudicar repetidamente antes incluso de la salida de los piqueros y, por supuesto, a posteriori. El público, encolerizado, demandó a la Presidencia la devolución del astado por su manifiesta cojera e invalidez con mucho más ímpetu que antes se había solicitado la concesión del trofeo a Ponce, pero el señor Conesa, probablemente mermado de visión por sus gafas de sol, aguantó impertérrito a que Manzanares solicitara el cambio de tercio y lo concedió. Lamentable. Ante tal situación, lo único que le quedó al diestro de Alicante fue justificarse en dos tandas de derechazos y naturales de escaso ajuste, todo hay que decirlo, y con la música sonando ante la sorpresa de muchos. Algo que solo pasa en La Condomina. De risa. Falló a espadas, con tres pinchazos y estocada, y, sorprendentemente de nuevo, saludó una ovación, cuando hubiese sido suficiente con un silencio. El toro fue abroncado en el arrastre y también el sr. Conesa.

La situación cambió en el tercero, también de buena presencia y que se movió más, y que, si bien fue bronco, no se comió a nadie y requirió mando por abajo a su lidiador, quen mostró voluntad capotera y muletera pero no llegó a estar agusto del todo delante de la cara del animal. Estoqueó Cayetano con solvencia y fue premiado con otra barata oreja tras ser de nuevo aplaudido el burel en el arrastre.

Tras la vuelta al ruedo de Cayetano, o ya durante la misma, el público se entretuvo en degustar la merienda o en saltar al callejón ante la falta de control de las autoridades, con objeto de saludar y fotografiarse con los toreros, a los que no les dio tiempo de descansar o reflexionar.

A la salida del cuarto, tras más de veinte minutos de receso, aún quedaba gente en el callejón, y eran las ocho y diez minutos de la tarde, con la luz artificial alumbrando ya el albero de La Condomina. El toro, negro y parecido a sus hermanos en cuanto a presencia, también blandeó, pero Ponce, que vio su nobleza y confiaba en que le durara y en su capacidad lidiadora y recursos, lo brindó al público y se fue a por él, planténdole una faena de enfermero primero para acabar dándole confianza y bajándole la mano, llegando a gustarse. Se arrebató cuando no quedaba toro, llegó a echarse de rodillas con el toro encerrado en tablas y remató de varios pases de pecho, lo único que admitía el astado, junto a los tendidos de sol, con los que se encaró, y los que lo aclamaron a gritos de ¡torero, torero! Remató su actuación de una estocada de efecto casi fulminante y se le pidieron las dos orejas merenderas que el presidente, ávido, no dudó en conceder casi sin tregua. Veteranía y recursos de Ponce, que volvía a triunfar en Murcia tras 25 años por su voluntad y entrega, pero sin toro.

Salió el quinto, de justa presencia, y los aficionados aún esperaban la faena de Manzanares. Pese a que de salida pareció moverse más, pronto se confirmó que estábamos de nuevo ante otro inválido que el presidente se empeñó de nuevo en mantener en el ruedo pese a las protestas del respetable. De nuevo Manzanares no pasó de justificarse con un toro encerrado ya en tablas antes de banderillas y que hizo ademán de echarse, llegando a sonar la música y a parar ante las airadas protestas del público y del propio y sorprendido matador. Un circo. Tras el arrastre del toro, abroncado, de nuevo fue obligado el diestro alicantino a saludar por el generoso público murciano, para la sorpresa de muchos.

El capítulo final fue un toro con más cuajo y kilos, probablemente el de mayor peso de la corrida, bizco del derecho y algo burraco, que embistió bronco y con complicaciones a la muleta de un Cayetano que, pese a brindar al público y poner la máxima voluntad, tampoco logró entenderse con el burel, que exigía a un torero con mayor rodaje que el que el diestro de Ronda lleva esta temporada. Solvente, entró a matar al encuentro, pues el animal estaba totalmente distraído de la suerte, y dejó una atravesada y descabello, recibiendo palmas. Imposible el lucimiento y fin a un festejo en el que debieron de devolverse al menos dos o tres toros y que fue maquillado por la actuación de Ponce y la generosidad del público murciano y de la Presidencia, al servicio de la empresa. A la salida de la plaza, al público le quedó una sensación agridulce, pues muy poco habíamos visto para lo felices que nos las prometíamos (¡Qué poco dan por ná!). Lo cierto es que ante espectáculos como el de la tarde de ayer, con toros tan escasos de casta y emoción, la Fiesta no necesita de antitaurinos para venirse abajo, pues da la impresión de que está siendo atracada desde dentro. Y gracias a Ponce el maquillador, al nuevo y paciente público murciano y a la generosa presidencia de los festejos.

Durante el desarrollo del festejo fuimos conociendo por el boca a boca y por las redes sociales la grave cogida de Miguel Ángel Perera, quien había toreado el día anterior en La Condomina, en la plaza de toros de Salamanca. El parte médico emitido desde la enfermería, que reproducimos, es desgarrador, y muestra a las claras la gravedad de las heridas: “Heridas por asta de toro a nivel de la Fosa Ilíaca Derecha (FID) punto de McBurney con trayectoria descendente. Se realiza laparotomía media infra-supraumbilical. La herida penetra en retroperitoneo y diseca arteria ilíaca común, así como ilíaca interna, externa y vena ilíaca, dejando músculo psoas al descubierto. Liberación de uréter donde se aprecia continuidad del mismo. Se prolonga la trayectoria de la herida a la cara lateral derecha de recto, llegando a arterias hemorroidales. Hemorragia intensa de retroperitoneo en FID. Se realiza hemostasia de retroperitoneo. Sutura de peritoneo, dejando drenaje de Penrose retroperitoneo y fondo de saco de Douglas. Contusión de vejiga. Herida por asta de toro de región tercio inferior de hipogastrio en tercio externo derecho, que desgarra aponeurosis de oblicuo mayor y oblicuo menor y transverso. Friedrich, sutura con reconstrucción de planos musculares y drenaje de Penrose. Pronóstico: Muy Grave. Durante el acto operatorio se aprecia la existencia de divertículo de Meckel. Intervención realizada en la Plaza de toros de La Glorieta mediante anestesia general”. Deseamos al diestro extremeño una pronta recuperación. #FuerzaPerera#

La ficha-resumen del festejo en Murcia es la siguiente:

Plaza de toros de La Condomina de Murcia. Tercer festejo de Feria y 2ª de abono. Tarde calurosa y 2/3 de entrada.

Toros de Las Ramblas, desiguales de presencia, el 1º anovillado y de escaso trapío, el resto con más presencia en cuanto a peso, cuajo, puntas o trapío, aunque poco parejos. Se salvaron, en general, por la cara. Todos ellos descastados, faltos de fuerza y sin fondo, destacando por su invalidez el 2º y el 5º. Broncos y complicados 3º y 6º.

Enrique Ponce (de azul celeste y oro): en el primero, estocada caída (oreja tras petición minoritaria); en el cuarto, estocada de rápido efecto (dos orejas).

José María Manzanares (de negro y azabache): en el segundo, tres pinchazos y estocada (ovación con saludos); en el quinto, estocada (ovación con saludos).

Cayetano (de aguamarina y oro): en el tercero, estocada caída (oreja tras petición minoritaria); en el sexto, estocada atravesada y contraria al encuentro y descabello (palmas).

Hoy la feria toma descanso y vuelve mañana jueves, con una clase práctica de las Escuelas Taurinas, continuando el viernes los festejos mayores.

 

Informa: Diego Antonio Reinaldos Miñarro, para Periódico El Lorquino

 

Redacción de Periódico EL LORQUINO Noticias.

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