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Las maravillas, de un lorquino; la facilidad, de un francés

Murcia

Las maravillas, de un lorquino; la facilidad, de un francés

Foto: @PlazaTorosMurcia

Sorprendente y entregada actuación del lorquino Paco Ureña en Murcia, que esta tarde sustituye a López Simón en Albacete

Domingo 10 de septiembre: día de la Virgen de las Maravillas, patrona de Cehegín. La tarde en la primera de la feria de Murcia este domingo no prometía muchas maravillas cuando saltaron al ruedo los dos primeros toros de la ganadería de Núñez del Cuvillo ante, todo hay que decirlo, escasa media plaza del aforo total cubierto con unos precios excesivamente altos aún tras una supuesta aplicación de la rebaja del IVA del tipo más alto, el 21 %, al medio, un 10. Precios de juzgado de guardia.

Y una ilógica media plaza en un cartel con dos figuras contrastadas como el francés de origen polaco Sebastián Castella y el extremeño Miguel Ángel Perera, que entraron para recomponer un cartel que parecía gafado tras la obligada caída de Morante y Manzanares y en el que el último superviviente era el lorquino Paco Ureña. Media plaza. Gracias a un lorquino.

Y decía que no estaba la cosa para muchas maravillas al finalizar la lidia del segundo de la tarde con un público encrespado por el deficiente juego de un primero y terciado toro melocotón de escasa fuerza y un segundo anovillado sorprendentemente pitado de salida por chico en una plaza tan generosa como Murcia. El toro debió ser devuelto por la Presidencia, ya que además mostró debilidad de remos, acrecentada por un costalazo tras clavar los pitones en el albero, pero el usía, incomprensiblemente, decidió mantenerlo contrariando el criterio del respetable.



Con todo a la contra y semejantd material, Perera nada pudo hacer más allá de pasaportarlo con oficio, menos incluso de lo que había hecho Castella, solvente con el primero. No estaba la cosa para maravillas, no. Pero las hubo. Gracias a un lorquino. Porque cuando vi a Paco Ureña recibir al tercero, mucho mejor presentado que sus hermanos, recibirlo por cinco mecidas y ceñidas verónicas, encajado el diestro, rematadas por media elegante. Se fue después a la boca de riego, citando capote a la espalda, por gaoneras,para conducir al burel hasta el caballo, dejándolo de largo, al que se arrancó el bicho tras una buena lidia de Vicente González, recibiendo un refilonazo en el mínimo encuentro, tras el que el diestro pidió el cambio de tercio, y derribando a la cabalgadura.

Después vendría un ajustadísimo quite iniciado de nuevo con el capote a la espalda para calentar la olla de la Condomina por tapatías, saltilleras…

Tras el brindis a las hijas del fallecido Dámaso, que ayer hubiese cumplido 69 años y que fue homenajeado por ello en el redondel de Albacete, se presentía faena de cante grande. No lo dudó el de Lorca y se fue al centro del ruedo, hincándose de hinojos para citar al astado, renuente a salir de los adentros y al que Ureña condujo primero por arriba y luego de largo con la derecha, rematando, ya en pie de manera soberbia. Vendrían a continuación tandas con la mano diestra y zurda llenas de conjunción, pureza y empaque hasta que el animal dijo nones.

No había fondo. Por eso cuando Ureña consiguió con semejante fiera sacar naturales encajados y poderosos, aunque fuera de uno en uno, de frente o abierto el compás, para pasar a meterse entre los pitones y finalizar con un desplante a cuerpo limpio, no pudo uno cuanto menos que acordarse del añorado Dámaso, que había recibido de alguns manera el brindis, torero capaz de torear hasta a un burro por su perseverancia. Ni tampoco recordar en los naturales enfrontilados a otro lorquino, en este caso de cabello rubio como su ciudad, el Pepín de Lorca y de Murcia, único e irrepetible por su personalidad y que el día anterior cumpliera 56 años y cuatro días antes, el 5, 26 de alternativa desde que Paco Camino y el propio Dámaso le cedieran a Supuesto, de Juan Pedro Domecq, al que cortó una oreja. Y no pude más que pensar que de casta le viene al galgo, si aceptamos el supuesto de que de Dámaso a Pepín y de Dámaso a Ureña, como de Pepín a Ureña, parece haberse transmitido lo mejor de cada uno de ellos en este torero de indiscutible pureza y personalidad.

Y no pude dejar de acordarme del lema con el que desde el Ayuntamiento de Lorca, colectivos y entes implicados se lucha por la declaración del bordado lorquino y su puesta en escena como «patrimonio cultural inmaterial de la humanidad» por la UNESCO: «En Lorca, lo bordamos». Y no pude dejar de relacionar Lorca, Semana Santa y toreo, tirar del proverbial orgullo lorquino y pensar: «Si es que los de Lorca, lo bordamos».

Frotándome los ojos de la sorpresa cuando Ureña despeñó al astado de una soberbia estocada y cayeron dos orejas con fuerza no tuve más remedio que imaginar que, Dámaso desde el cielo, un lorquino más tantas veces presente en el ruedo de Sutullena y en el de la maestría y las lecciones de vida, como la de febrero última en una histórica tertulia junto con El Soro, no había hecho más que sentenciarlo al recoger el diestro la montera tras el brindis. Y Pepín desde la tierra en otra histórica tertulia, y sus paisanos desde su tierra, lo habían apostillado con una Condomina rendida a los pies del de La Escucha, feliz con los trofeos y con el envés del capote grabado a fuego: #SutullenaYa
Y todos desde la tierra, y Dámaso desde el cielo, pidieron justicia. Parecía maravilla. O Maravillas.
Y el Altísimo escuchó: 12 de septiembre, Paco Ureña, en Albacete, sustitución.

#SutullenaYa. Y es que en Lorca lo bordamos. O todo había sido maravilla, o Maravillas.

El resto no tuvo mucha historia. Solo la pasmosa facilidad de Castella con el anovillado pero colaborador cuarto, premiada con dos orejas, y la lucha en vano de Perera y Ureña ante dos pozos con menos fondo del que el mismo Ureña había sacado agua. ¿Había sido Paco? Habría sido Maravillas.

Diego Antonio Reinaldos. Periódico el-lorquino.com

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Redacción de Periódico EL LORQUINO Noticias.

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