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Nuestras abuelas las alquimistas

Cultura

Nuestras abuelas las alquimistas

Muchas de nuestras abuelas, por desgracia, no tuvieron las facilidades que se pueden tener hoy en día. Algunas no sabían ni leer ni escribir, pero no nos cabe duda de que igualmente son unas sabias. Pues sólo ellas llevan esa sabiduría popular que se ha ido pasando durante generaciones hasta nuestros días.

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EL LORQUINO 08/12/2015 | Ellas son las reinas de los remedios caseros a todo aquello que nos puede concernir en el día a día, y por mucho que se critiquen, al menos algunos, funcionan.

Estamos en época de resfriados y gripes, y lo primero que haremos será correr a la farmacia. Sí, no pongo en duda que eso sea lo correcto, pero… ¿lo hemos intentado todo? Hoy en día, en una sociedad tan tecnificada como ésta, nos reímos del saber popular. De esas creencias y saberes «sencillos» que resolvían los más variopintos problemas. Y es que la megapoderosa industria farmacéutica ya se ha encargado de ensuciar el buen nombre de los remedios naturales para poder llenarse ellos el bolsillo con medicamentos que muchas veces ni siquiera sirven.

Pero eso es otra cosa distinta de la que se podría hablar en otra ocasión. ¿Cuántas veces hemos recurrido a esos remedios que nos parecen tan curiosos? ¿Y de dónde vienen? Muchas de las propiedades beneficiosas de ciertos remedios caseros son explicados ahora por la ciencia, pero esas explicaciones no las conocen nuestras abuelas. Entonces, ¿cómo es posible que supieran lo que hacían? Y no seríamos capaz de encontrar una respuesta, pues eso se ha ido pasando, caminando por el tiempo, y nos llega como algo que es así, y punto.

Ellas no te sabrán explicar que tal planta tiene cierto componente que sirve para reducir el ardor (por poner un ejemplo), pero es así y punto, porque siempre funcionó. Si te duele la garganta, leche caliente con miel, y mano de santo. ¿Tienes tos por la noche? Partes una cebolla y la dejas junto a la cama. ¿Te huele el aliento? Mastica perejil.

¿Que las lentejas son flatulentas? Pues es por la piel, y para quitársela hay que «asustarlas», o sea, echarles agua fría una vez estén arrancando a hervir. (Aunque he leído en ciertos lugares que esto es mentira; claro, y ellas toda la vida echando agua para nada, que tontas, ¿no?) Y así podríamos seguir, hablando de infusiones; de plantas como el tomillo y el romero, que pueblan nuestros montes; de soluciones para catarros, limpieza, comidas. Y es que… ¿quién sabe mejor de comidas que ellas? 

 


Redacción: Fernando Cabrera. Periódico EL LORQUINO. 


 

 

Redacción de Periódico EL LORQUINO Noticias.

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