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Así nació el Monstruo de Frankenstein

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Así nació el Monstruo de Frankenstein

Fernando Cabrera. Periódico EL LORQUINO. 16/06/2016 

frankestein

Hace exactamente 200 años el famoso poeta Percy Shelley y su pareja Mary Wollstonecraft Godwin, más conocida como Mary Shelley (Aunque en ese momento todavía no se había casado con el poeta, ella ya había tomado su apellido), decidieron pasar el turbulento verano de 1816 en la Villa Diodati, cerca de Ginebra, en la que se alojaba el conocido poeta romántico Lord Byron, amigo de la pareja. Aquel año fue conocido por el año sin verano debido a la erupción del volcán Tambora en Indonesia el año anterior.

Fue un año frío y oscuro en el que el mundo se sumió en tinieblas como en la peor de las pesadillas, destruyéndose cosechas enteras a lo largo del planeta por la alteración climatológica. Y ante esta desoladora situación en la que no se podía disfrutar de la belleza del lago Lemán, junto al que se levantaba la villa en la que se alojaron Lord Byron, los Shelley, una hermanastra de Mary Shelley que tenía relaciones con Byron y el médico de éste, John Polidori, se centraron en las largas charlas sobre diversos temas de la actualidad del momento y, sobre todo, de literatura e historias de fantasmas.

Se dice que fue Byron el que retó a los demás a escribir esa misma noche del 16 de junio de 1816 una historia de terror. El ambiente, desde luego, no podía ser más propicio y se pusieron manos a la obra. De aquel encuentro surgieron varios relatos, pero sólo dos han cruzado el umbral del tiempo hasta nuestros días, aunque con diferente fama. El médico John Polidori escribió El vampiro, lo que serviría de inspiración años después a Bram Stoker para Drácula, y Mary Shelley escribió lo que se convertiría en la pionera del género de la ciencia ficción literaria, Frankenstein.

Durante aquel día del frío y bizarro verano sin sol de junio de 1816, sentados ante un buen fuego en la chimenea, uno de los temas que se trató fue el de los impulsos eléctricos con los que experimentaba Galvani o las creencias de que se pudiera animar la materia muerta. Entre todas aquellas horas de parlamento también hubo momento para pasar miedo con decenas de historias de terror que iban leyendo. Cuando se propuso la idea de escribir cada uno su propia historia, todo lo hablado aquella tarde influyó de una manera notable en lo que iría escribiendo Mary Shelley. Un ser artificial, creado a partir de restos orgánicos sin vida, que gracias a la electricidad se convertía en un ser vivo que perdía el control y que sembraría el caos y el miedo en la comunidad. Su creador, lleno de remordimientos por los crímenes que la criatura comete al verse rechazada, decide que tiene que acabar con su creación.

Lo que Mary Shelley escribió aquella noche, fue sólo un esbozo de lo que sería su gran novela, que vería la luz dos años después. Su éxito sería moderado hasta que apareció una obra teatral sobre la novela que rompió moldes y realzó la fama de la historia de Shelley a partir de la edición de 1831. La novela sería la primera en promover un tema científico de actualidad para impregnar la esencia de una novela de ficción al estilo de lo que luego llegaría con otras tan famosas como El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson, El hombre invisible de H.G. Wells o las novelas de Julio Verne. La adaptación de la obra de Shelley a otros medios como el cine se ha ido sucediendo desde la creación del cinematógrafo hasta nuestros días concibiendo de distintas formas el destino del monstruo de Frankenstein.

Y parece mentira que se deba decir que las mejores son las de los años treinta, protagonizadas por Boris Karloff. Eso sí, no deberíamos olvidarnos de la divertidísima El jovencito Frankenstein de Mel Brooks, que es una autentica joya.

—Mi nombre es Fronkonstin.

—Yo creía que era Frankenstein.

—¡Pues no! Es Fronkonstin. Usted debe ser Igor.

—Pues no. Es Aigor.

Así que, una noche muy extraña en un verano muy extraño de hace 200 años, una mujer dio a luz a una criatura que no pidió ser creada y que sólo buscaba afecto, pero que recibió hostilidad y desprecio. Su odio se convirtió en un peligro para la humanidad. Una criatura sin nombre, a la que erróneamente conocemos como Frankenstein, aunque ese nombre es el del doctor Víctor Frankenstein, el creador del monstruo; el nuevo Prometeo (como rezaba el título completo de la obra).

Redacción de Periódico EL LORQUINO Noticias.

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