Lorca
Lorca celebra una Vigilia de Oración por el Beato Pedro Soler antes de su canonización en Roma
En la tarde noche de ayer miércoles se celebraba en la iglesia de San Mateo una Vigilia de Oración por el beato lorquino Pedro Soler y compañeros mártires, que en unos días serán canonizados por el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro del Vaticano, en Roma.
La Oración de Vísperas estuvo presidida por el vicario episcopal de Lorca, Francisco Fructuoso Andrés, al que acompañaban el arcipreste de Lorca, Juan José Torreglosa; el párroco de la iglesia de San Cristóbal, Régulo Ginés Cayuela Lozano; el de San Diego, Juan Pablo Palao García; y el de Santiago, José Manuel Martínez Rosique.
Durante la oración de las vísperas se intercalaron reflexiones en torno a la figura del Beato Pedro Soler, datos de su biografía y sus anhelos misioneros y apostólicos. «A mí me complace siempre lo que sea del agrado de Dios, recibiéndolo todo como dispuesto por su soberana voluntad», «[Viajo] a Tierra Santa, aquella tierra empapada en la sangre de Nuestro Redentor Adorable» y «Amigo mío jamás cometeré tal impiedad. Soy cristiano y prefiero mil veces morir», fueron algunas de las reflexiones del lorquino que se rememoraron entre cantos, himnos, salmos y lecturas que recordaron a sus compañeros mártires, los siete hermanos menores franciscanos, Fray Manuel Ruiz López, Fray Carmelo Bolta Bañuls, Fray Engelbert Kolland, Fray Nicanor Ascanio Soria, Fray Nicolás María Alberca Torres, Fray Francisco Pinazo Peñalver y Fray Juan Jacob Fernández. Y los laicos, Francisco Massabki, Mooti Massabki y Raphael Massabaki.
Entre los asistentes estaban miembros de la Comisión Parroquial Canonización Beato Pedro Soler, que realizaron algunas de las intervenciones, y los ediles de Cultura y Turismo, Santiago Parra Soriano; y de Festejos y Tradiciones, María de las Huertas García Pérez. Cientos de lorquinos acudieron a la celebración que concluía con la lectura de un fragmento de ‘Coloquios amorosos de un alma enamorada’, una poesía espiritual dedicada a Cristo que el Beato Pedro Soler envió manuscrito por él mismo a Dolores Blaya Saavedra desde el Colegio de Misiones Franciscanas de Priego. Este bello coloquio con Cristo es la expresión del «vibrante contento» que llenaba al lorquino ante la noticia de partir en misión.