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Vida, muerte e intelectualidad en el mundo de los toros

Historia y patrimonio

Vida, muerte e intelectualidad en el mundo de los toros

Los meses de verano son los más taurinos del año, y en ellos el mundo del toro recuerda con nostalgia la muerte de figuras del toreo como Manolete, Yiyo, Paquirri o Ignacio Sánchez Mejías, algunos llorados por intelectuales como Federico García Lorca, Miguel Hernández o Rafael Alberti, o inmortalizados por el cine o el teatro.

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@ellorquino| Las recientes cornadas a Jiménez Fortes en Vitigudino y a Francisco Rivera Ordóñez en Huesca, que hicieron temer por la vida de ambos, no han hecho sino traer a la mente de los aficionados taurinos más mayores las tragedias acaecidas a otros toreros, entre ellos el propio progenitor de Francisco, el recordado Paquirri, quien en la última corrida de su temporada de despedida de los ruedos veía la muerte al ser trasladado en una ambulancia convencional y por una carretera en deficiente estado al Hospital Militar de Córdoba –donde ya ingresó cadáver– un 26 de septiembre de 1984 tras la cornada que le había asestado en Pozoblanco el toro Avispado, de la ganadería de Sayalero y Bandrés, tras haber sido imposible haberle contenido la hemorragia por el doctor Eliseo Morán, dadas las limitaciones de la enfermería de la plaza.

La muerte del diestro de Zahara, llorada por media España, desde la intelectualidad a la prensa del corazón y el pueblo llano, sirvió para aumentar por ley la equipación de las enfermerías de las plazas de toros, siendo obligatorio desde entonces que en las de 1ª y 2ª categoría se dispusiera de quirófano convenientemente equipado y en las de 3ª se contase con asistencias sanitarias tipo UVI móvil.

Pese a todo, estas medidas no pudieron evitar la muerte al año siguiente del matador madrileño José Cubero “Yiyo”, quien acompañaba precisamente a Paquirri en el cartel de Pozoblanco junto con Vicente Ruiz “El Soro” y paradójicamente había sido el encargado de darle muerte al toro que acabó con la vida de Paquirri.

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La cornada a Yiyo, producida en la plaza de Colmenar Viejo y de la que ayer, 30 de agosto, se cumplieron treinta años, fue mortal al instante de producirse, ya que el pitón del astado, de nombre Burlero, sexto y último de la tarde, de la ganadería de Marcos Núñez, le atravesó el corazón al prenderle por la espalda una vez que el torero ya había estoqueado al toro que, tras herirlo mortalmente, rodó sin puntilla.

Únicamente le dio tiempo al joven diestro del madrileño barrio de Canillejas, de 21 años de edad, de decirle a su peón de confianza, “El Pali”, las que serían sus últimas palabras: “Pali, este toro me ha muerto”. El público pidió con insistencia las dos orejas para el diestro, que la presidencia concedió y la cuadrilla no llegó a pasear, pues todos corrieron a la enfermería y pronto se mascó la tragedia en el coso, pues las noticias que de allí llegaban anunciaron lo peor y el padre del diestro, quien había asistido a presenciar la actuación de su hijo, y su hermano Juan, que lo acompañaba en su cuadrilla, lloraban desconsolados, como también lo hacían con rabia los otros dos integrantes del cartel de esa tarde (en el que Yiyo había entrado en sustitución del lesionado Curro Romero), Antoñete y José Luis Palomar.

Casi siete años después, el 1 de mayo de 1992, en similares circunstancias, fallecía en la plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla el banderillero valenciano Manolo Montoliú, quien actuaba a las órdenes de José María Manzanares. Sucedía en el primer toro de la tarde, de nombre Cabatisto, y de la ganadería de Atanasio Fernández, cuando tras ejecutar el primer par de banderillas, el subalterno fue prendido en el tórax por el astado, que le ocasionó una rotura cardíaca de trágicas consecuencias, siendo trasladado a la enfermería y anunciándose al poco la suspensión del festejo (que estaba siendo retransmitido en directo por televisión) mediante toque de clarín. La blusa que vestía esa fatídica tarde el banderillero bajo el traje de luces se conserva en el Museo Taurino de Murcia.

Estos días también se ha cumplido el 68º aniversario de la muerte de Manuel Rodríguez “Manolete” en Linares, bajo las astas del toro Islero, quinto de la corrida de Miura que estaban lidiando el propio Manolete, Gitanillo de Triana y Luis Miguel Dominguín. Sucedía un 28 de agosto de 1947 y la escena era inmortalizada únicamente por el fotógrafo Francisco Cano “Canito”, testigo de excepción, que cuenta con casi 103 años de edad y aún se deja ver en algunas ocasiones por las plazas de toros tocado con su inconfundible gorra blanca.

Recientes investigaciones han determinado que la muerte del diestro pudo producirse, además de por la gravedad de la cornada, por una negligencia médica, al realizársele una transfusión de sangre incompatible con su grupo sanguíneo. La imagen de Manolete, icono de la época del hambre y la represión, fue utilizada por el régimen franquista, que intentó ocultar a los españoles su relación con la actriz Lupe Sino, a quien se calificó de mujer fatal y cabaretera, y convirtió al torero en mito de la posguerra. Al año siguiente de su muerte ya aparecía una película dirigida por Florián Rey bajo el título Brindis a Manolete, llegando la influencia hasta nuestros días, pues en 2007 se estrenó el film Manolete, donde Adrien Brody daba vida al torero cordobés y Penélope Cruz a la actriz.

Por último, cerrando este negro capítulo, recordamos por su trascendencia posterior el fallecimiento del matador y banderillero sevillano Ignacio Sánchez Mejías, quien también era escritor y productor teatral, llegó a ser presidente de Cruz Roja y del Real Betis y formaba parte del grupo de intelectuales de la generación del 27. Su muerte, acaecida en plena época de la II República, y de la que el 13 de agosto se cumplieron 81 años, se produjo en Madrid –donde había pedido que se le trasladara– como consecuencia de la cornada propinada dos días antes por el toro Granadino, de la ganadería de Ayala, en la plaza de toros de Manzanares (Ciudad Real). Su figura fue ensalzada por Miguel Hernández, Rafael Alberti –quien llegó a hacer el paseíllo en su cuadrilla cuando era matador– o Federico García Lorca, cuyo Llanto por Ignacio Sánchez Mejías ha sido considerado la mejor elegía en lengua castellana tras las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique.

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Recogemos aquí como homenaje a todos los fallecidos por asta de toro tres estrofas de estas tres grandes figuras de la Literatura española dedicadas a Sánchez Mejías:

“Ya está sobre la piedra Ignacio el bien nacido.

Ya se acabó; ¿qué pasa? Contemplad su figura:

la muerte le ha cubierto de pálidos azufres

y le ha puesto cabeza de oscuro minotauro.”

(Federico García Lorca, “De cuerpo presente”, Llanto por Ignacio Sánchez Mejías)

 

“Por pies con viento y alas,

por pies salía

de las tablas Ignacio

Sánchez Mejías,

¡Quién lo pensara

que por pies un torillo

lo entablara!”

(Rafael Alberti, Verte y no verte)

 

“Quisiera yo, Mejías,

a quien el hueso y cuerno

ha hecho estatua, callado, paz, eterno,

esperar y mirar, cual tú solías,

a la muerte: ¡de cara!,

con un valor que era un temor interno

de que no te matara.”

(Miguel Hernández, Elegía a Ignacio Sánchez Mejías)

 


 

Redacción: Diego Antonio Reinaldos Miñarro. Periódico El Lorquino


 

Redacción de Periódico EL LORQUINO Noticias.

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