¿Cómo afecta el síndrome del trabajador quemado a los autónomos?

La Organización Mundial de la Salud, en su reunión anual en 2019, reconoció finalmente el síndrome de burnout o “trabajador quemado” como enfermedad y la incluyó en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11). Este listado oficial en dolencias del organismo se hace llegar luego a todos los países para sus actualizaciones.

La nueva clasificación no entrará en vigor hasta el año 2022, pero para Antonio Cano, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), este reconocimiento puede tener muchas implicaciones clínicas. Y es que hasta el momento no se podía diagnosticar esta enfermedad por la falta de criterios estandarizados.

¿Qué es el burnout?

El síndrome de burnout se define según la Clasificación Internacional de Enfermedades como el resultado del estrés crónico en el lugar de trabajo que no se ha manejado con éxito. Esta patología también se denomina desgaste ocupacional y afecta a tres dimensiones: falta de energía o agotamiento, aumento de la distancia mental con respecto al trabajo o sentimientos negativos o cínicos hacia este, así como eficacia profesional reducida.

Según Antonio Cano, las características asociadas a esta enfermedad pueden relacionarse con los síntomas que puede sufrir un trabajador autónomo. El caso del cansancio emocional es especialmente significativo, pues muchos autónomos padecen estrés crónico debido al exceso de motivación y a la incapacidad por desconectar o el temor a cogerse la baja temporal.

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La falta de realización personal lleva a muchos trabajadores por cuenta propia a no motivarse y enfrentarse a su actividad profesional realizando un enorme esfuerzo, lo que se traduce en despersonalización. Cano apunta que tratar y atender a las personas no como clientes, sino como meros trámites, es un signo de despersonalización.

Finalmente, la improductividad se refleja en cuestiones como el bloqueo de las capacidades cognitivas, un menor rendimiento profesional y no saber enfrentarse a dificultades. En la actualidad, más de un 20% de los trabajadores autónomos pueden estar sufriendo burnout, aunque estos porcentajes serán inferiores cuando la OMS establezca y defina los criterios.

En el futuro, una vez se incorpore este síndrome a las enfermedades profesionales, los médicos podrán conceder la baja a autónomos o asalariados por burnout.

¿Cómo tratar esta enfermedad?

2022 es el año en el que entrará en vigor la introducción del síndrome de burnout como enfermedad profesional. Sin embargo, la noticia ya indica la importancia que tiene el estrés laboral y cómo este agente está cada vez más presente entre muchos trabajadores. Los autónomos, decíamos, sufren con más frecuencia estrés laboral debido a la presión económica y otros factores como la desorganización y la falta de tiempo que impide el descanso. 

Los problemas asociados a esta patología profesional pueden derivar en síntomas psicológicos (episodios de estrés, dificultad para concentrarse, desorientación, dificultad para dormir, mal humor…), físicos y conductuales (comer excesivamente, tartamudeo, hablar muy rápido, precipitación en las decisiones…).

Un buen modo de enfrentarse a los problemas de estrés es comenzar a adquirir buenos hábitos, como la práctica de ejercicio físico, una dieta saludable, descanso placentero y técnicas de relajación. Además de estas herramientas para controlar los síntomas del estrés, es importante incidir en la necesidad de acudir a la consulta médica para solicitar ayuda, pues la salud mental es tan importante como lo es la salud física.

La relación entre los episodios de estrés y la pérdida de audición

Uno de los problemas más desconocidos asociados al estrés es la pérdida auditiva, es decir, un estrés excesivo puede conducir a muchos problemas de salud, incluidos el tinnitus y la sordera. El Instituto Nacional de Salud Mental, en su web, incluye la pérdida auditiva como una de los síntomas derivados de esta patología.

El estrés perturba la circulación sanguínea en todo el cuerpo. Cuando el organismo responde a este proceso, la producción excesiva de adrenalina reduce el flujo sanguíneo a los oídos y esto acaba afectando a la audición.

Sin un flujo sanguíneo constante, las células del oído pueden ser dañadas o incluso destruidas, pudiendo causar pérdida auditiva inmediata si el flujo de sangre a los oídos se detiene por completo. El estrés crónico en forma de hipertensión conduce a empeorar gradualmente la audición y a la aparición de tinnitus, que es la experiencia de escuchar ruidos tipo zumbido sin ningún estímulo externo, y es a menudo una señal temprana de pérdida auditiva.

¿Cómo controlar la pérdida de audición?

Más allá de los consejos que ofrece la American Psychological Association, que están encaminados a reducir el estrés, en caso de sufrir problemas de audición, lo más recomendable es acudir a un profesional de esta disciplina.

En este sentido, en este enlace ofrecen audífonos invisibles, audífonos discretos que son imperceptibles por otras personas y que por tanto eliminan esa percepción todavía muy presente de cierta condescendencia con las personas que llevan estos dispositivos.

Desde la American Psychological Association ofrecen como recomendaciones para reducir el estrés tomar descansos periódicos para alejar la causa del estrés, practicar ejercicio físico de manera periódica y meditar como práctica necesaria para ayudar a la mente a alcanzar mejores estados de concentración.

Dos consejos más a añadir a esta lista son el de reírse de manera frecuente y buscar apoyo social. Reírse obliga a mover los músculos faciales, lo que alivia la tensión y envía señales de felicidad al cerebro. El apoyo social sirve para sentirse comprendidos por personas que han pasado por la misma situación.