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Andrés Rodríguez, empresario aguileño da su opinión sobre el municipio costero

Águilas

Andrés Rodríguez, empresario aguileño da su opinión sobre el municipio costero

Ana Belén Miñarro. Periódico EL LORQUINO. 01/09/2016




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Andrés Rodríguez, empresario aguileño.  «Águilas tiene mucho potencial y se le debería de sacar más partido a nivel turístico».

El conocido emprendedor aguileño, propietario de varios negocios del municipio, se muestra muy crítico en “El Lorquino” con la excesiva estacionalidad del turismo en Águilas. 

-Deja el bolígrafo y la libreta y escucha, por favor. Sólo escucha.

 Así empezó nuestra  “entrevista” con Andrés Rodríguez un reconocido empresario de Águilas que  regenta varios negocios  en tierras aguileñas, que conoce al dedillo los entresijos empresariales de su pueblo y tiene mucho que decir al respecto. Habla claro, y quiere que se le escuche con atención.                          

Andrés destila amor , verdadera devoción por su tierra en cada palabra que sale de su boca, en cada gesto que las acompaña y que las enfatiza. Sus ojos le brillan y sus ademanes se alteran cuando habla de esa maravilla , de ese regalo de la naturaleza que suponen las costas aguileñas, desde Cabo Cope hasta Terreros. “Estos paisajes son únicos y una verdadera joya para los navegantes, ya que encuentran  amplias zonas para resguardarse; además tenemos un microclima que es una bendición, sólo dos grados por debajo del clima de las Islas Canarias y siete grados por encima de la ciudad de Lorca.  Este año, he llegado a celebrar cenas de Navidad en la terraza de mi restaurante, con veintidós grados. Águilas enamora, sobre todo, por su calidad de vida” . Señala el empresario la Isla del Fraile, que emerge, majestuosa, de entre  espléndidas aguas cristalinas . “Aquí, hasta las gaviotas son hermosas”

La charla transcurre en una embarcación de paseo,  que conforma uno de sus negocios. Estamos a 23 de agosto, hace un día espléndido pero el barco está sólo a un tercio de su capacidad; aún no ha acabado el mes vacacional por antonomasia y ya se atisba el decaimiento en el número de turistas… o mejor dicho, visitantes. Porque, en palabras de Andrés, “en Águilas no es una zona turística;  en todo caso es un pueblo de segunda residencia, en verano. Los turistas viajan los 365 días del año y aquí el turismo es muy, muy estacional”.                               

El conocido empresario se muestra tajante; para él, las razones de esta falta de turismo estable en el paraíso de la luz y la alegría (parafraseando el himno de la localidad)  es, indiscutiblemente, la falta de infraestructuras, derivada de la ausencia de un proyecto turístico definido.  “Los turistas tienen que cubrir sus necesidades fisiológicas que, como es bien sabido, son comer y dormir. Y en este pueblo somos incapaces de hacerlo. No hay servicios suficientes, y la capacidad hotelera es ridícula. Es un círculo vicioso difícil de romper;  como no hay suficientes servicios, no vienen turistas y, si no vienen turistas, no abren nuevos establecimientos” nos cuenta con pesar.  

Andrés Rodríguez  trabaja durante 18 horas al día para mantener en pie sus negocios en la localidad;  en invierno sólo lo logra uno de sus restaurantes “ya que la gente necesita comer todos los días”, pero no su barco de paseo. “ Entiendo que pasear para contemplar el mar no es una necesidad, es un capricho. Pero fijémonos, por ejemplo, en las embarcaciones turísticas de Galicia, que ofrecen con éxito rutas los 365 días del año para mostrar los criaderos de mejillones. ¡Y eso, a pesar de su clima!”- se lamenta.  El propietario supura ilusión, tesón y capacidad por cada poro de su piel, pero desafortunadamente, dice,  eso no es suficiente para sacar adelante un negocio rentable con empleados a los que pagar un salario digno.                  

“Aquí todos lanzan campanas al vuelo cuando vemos el gentío y los locales a rebosar en julio y agosto; pero esa abundancia es un puro espejismo;  la realidad es que en esos meses y en los días de Carnaval tenemos que sacar lo suficiente para sobrevivir el resto del año, porque no tenemos nada”. La realidad de un municipio que cuenta con 70.000 habitantes en verano, pero que apenas sobrepasa los 30.000 en invierno.

 Nuestro entrevistado es contundente y seguro en su discurso.  Conoce a fondo el sector del turismo, maneja conceptos, informaciones, cifras y sabe muy bien de lo que habla cuando explica  que los turoperadores son los que tienen la sartén por el mango en esto de “decidir”el destino de miles de potenciales turistas,  que, según él,  bien podrían  frecuentar la cálida costa de Águilas durante todo el año si se les ofreciesen los servicios que requieren.

 ¿Miedo a la masificación, quizás?   

“En Águilas se confunde desarrollo con masificación; en mi opinión, no se trata crear de abarrotar Águilas de hoteles y apartamentos al nivel de otros municipios costeros, como Roquetas de Mar o Mojácar. Se trata de una cosa intermedia” – lo representa gráficamente con las manos- . “Hay que ofrecer alojamientos y establecimientos suficientes para atraer a un número de viajeros razonable que dejen su dinero aquí y generen riqueza y desarrollo en el pueblo todos los días del año;   “Además –enfatiza- los aguileños tenemos que tener presente que el turismo no sólo crea puestos de trabajo de camarero, sino que beneficia a todo el mundo;  a los veterinarios también, porque muchos visitantes vienen acompañados de sus perros y en algún momento puede surgir un problema con el animal. O a los abogados, porque es posible que necesiten asesoramiento legal en algún momento de su estancia”.

Hasta aquí el problema parece acotado, y hallada su solución. Pero ahora toca lidiar con el quid de la cuestión, la raíz más profunda del conflicto, y el escollo más difícil de saltar, que este emprendedor murciano condensa en una frase lapidaria; Águilas no sabe qué quiere ser de mayor. 

“Si tú quieres arquitecto, tendrás que ir a la facultad de arquitectura a estudiar, y si pretendes  ser astronauta, pues tendrás que intentar ir a formarte a la NASA.  Pero Águilas no sabe adónde quiere ir ni qué quiere ser; no tiene un proyecto definido y así no se sabemos qué tenemos que ofrecer ni podemos hacer nada”.       

En ese sentido opina que es a los políticos municipales quien les pertenece trazar un proyecto turístico claro con una identidad propia, sea el que sea, para un perfil de visitantes bien definido, con unos determinados intereses y un determinado poder adquisitivo”.                                                                               

Sólo entonces, asegura, se podrá empezar a diseñar y estudiar  nuevos servicios e infraestructuras necesarias de acuerdo a ese objetivo concreto. Y Águilas saldrá de su estatismo.

“En Águilas hay muchos veraneantes de segunda residencia , como demuestra el hecho de que, en los meses de verano, algunos supermercados abren hasta dieciocho cajas ¡ Eso no sucede ni en la Castellana de Madrid! –exclama con vehemencia- Eso está bien, y los lugareños no deberíamos quejarnos de estos propietarios;  ya sabemos que es más cómodo que haya poca gente y que nadie nos arrebate el aparcamiento en el pueblo,  pero éstas también son SUS casas, pagan SUS impuestos y, por lo tanto,  tienen los mismos derechos que nosotros.  Pero, repito, además, debemos atraer turistas que utilicen alojamientos, que consuman a diario en nuestros bares y restaurantes, que se apunten a nuestras visitas guiadas y que llenen nuestros puntos turísticos. ¿Qué es lo que ha salvado a España durante estos años de crisis?” Un silencio cómplice  se hace después de esta pregunta, que no espera, por ser demasiado evidente su respuesta, ser contestada.  Y remata  “Si además de segundas residencias, también fuéramos capaces de atraer turismo, Águilas sería la leche; la naturaleza nos ha dado todo, pero , a nivel turístico, nos queda mucho por hacer”.

Ya el barco toca puerto, y nuestra conversación a su fin. Andrés junto con su tripulación despide,  exultante y sonriente, al grupo de pasajeros que durante una hora han podido capturar en sus retinas un trocito de éste “su” paraíso mediterráneo, por el que lucha y para el que vive , él sí, los 365 días del año. Quizás  algún día no demasiado lejano  pueda hacer lo propio con otro grupo que le agradece, extasiado, el paseo de infinitos rayos de sol y de azul calmo de mar sosegado en pleno mes de… pongamos…  noviembre….

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Redacción de Periódico EL LORQUINO Noticias.

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