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Lucha entre la democracia y poderosos: unos titiriteros como daño colateral

Opinión

Lucha entre la democracia y poderosos: unos titiriteros como daño colateral

Martín Alberto Girona Muñoz. Periódico EL LORQUINO. 12/02/2016 

Para la lectura de este relato es necesario que el lector se abstraiga (por el momento) de la última polémica generada en torno a los titiriteros y, a modo de ejercicio mental, piense en las actuaciones puestas en marcha por el equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Madrid, puesto que en mi humilde opinión todo ello forma parte del mismo proceso político.

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Entiendo que a mucha gente pudiente de la capital española le haya molestado enormemente  el tener a una persona como Manuela Carmena al frente de un gobierno de cambio, que suba impuestos a los grandes propietarios para aumentar el gasto social hacia los ciudadanos más desfavorecidos, a la par que denuncie privilegios que, en algunos casos, se remontan a la época del franquismo.

Entre otras acciones, merece la pena recordar la lucha que está realizando la corporación municipal contra la venta del parque de viviendas públicas a fondos buitre, contra los contratos abusivos de basura firmados por los anteriores equipos de gobierno a favor de importantes empresas como OHL-FCC, Ferrovial, Sacyr y Obrascón; la subida del 10% en el Impuesto sobre Bienes Inmuebles para grandes superficies, estadios deportivos,… así como la supresión de la bonificación del 80% de este impuesto en el caso de los edificios históricos cuyos propietarios sean empresas, medida que afecta entre otros a Telefónica, al Hotel Ritz, Apple o Primark (propiedad de un tal Amancio Ortega).  Y esto no es cosa menor, como dijo Francisco de Quevedo en su famoso poema, poderoso caballero es don dinero.  No sería descabellado especular sobre los movimientos que pueden estar haciendo algunas empresas hacia los medios de comunicación, que ellas mismas financian a través de la publicidad, para que publiquen noticias negativas sobre la alcaldesa y su gestión de gobierno.

Las pruebas para refutar esta tesis se encuentran en la persistente campaña mediática contra la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. Ejemplos hay cientos, entre los que podemos mencionar la polémica sobre los gastos vacacionales de Carmena (con crítica incluida sobre una flor “prohibida”), la gran difusión que tuvo la retirada de la subvención a la escuela de taurina de Madrid, las noticias que “condenan” a la alcaldesa sobre las condiciones del cierre de la empresa de su marido, y sin duda, la impresionante repercusión que tuvo la modificación de los vestidos de la cabalgata infantil de navidad, hecho sin parangón mediática en nuestro país que adquirió tintes cuasi cómicos cuando la exdiputada del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, publicó el famoso tuit “no te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena. Jamás”.

Pero esta campaña negativa no es cosa pasajera, como se demostró hace unos días con la retirada de monumentos franquistas en Madrid consecuencia del cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica, ni se centra solo en la alcaldesa. Como ejemplo sirven los casos Rita Maestre y Guillermo Zapata, ambos sometidos al mayor rigor y dureza tanto en los medios de comunicación como dentro del propio sistema judicial. Los poderosos son así, su influencia no se queda solo en los medios de comunicación. No hay que olvidar que Guillermo Zapata, cuyo caso judicial por los chistes de humor negro fue archivado hasta en dos ocasiones, se enfrenta en la actualidad a una nueva reapertura del proceso debido al criterio de los magistrados Enrique López y Concepción Espejel, ambos apartados del caso Gürtel por su vinculación con el Partido Popular. Para añadir más dudas sobre la objetividad de estos magistrados, resulta ilustrativo recordar el voto particular del otro magistrado que componía el tribunal, José Ricardo de Prada, quién expresa que sus compañeros “están asumiendo por su cuenta funciones de acusación” totalmente prohibidas, recordando además que la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional “es un tribunal de toda la sociedad, en que no puede hacer prevalecer criterios personales o sesgos políticos o ideológicos de sus magistrados…”.

Es en este contexto de lucha entre los representantes democráticamente elegidos de los ciudadanos de Madrid y los poderes fácticos, en donde han aparecido los titiriteros con su función. Como continúa la historia ya lo sabemos todos.


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Redacción de Periódico EL LORQUINO Noticias.

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